La inflación medida a través del Índice de Precios al Consumidor de Estados Unidos (CPI, por sus siglas en inglés) rompió todos los estimados del mercado al ubicarse en 0.9 por ciento mensual en junio. Con este resultado, la inflación anual se disparó a 5.4 por ciento, su nivel más alto desde septiembre de 2008. Si bien la cifra de junio definitivamente se encuentra distorsionada por el efecto de base de comparación (las inflaciones anuales en abril, mayo y junio de 2020 fueron 0.3, 0.1 y 0.6 por ciento, respectivamente), la persistencia de una inflación elevada preocupa a algunos miembros del Comité de Operaciones de Mercado Abierto de la Reserva Federal (FOMC). Al igual que en México, la inflación en Estados Unidos asciende a casi el doble del objetivo del banco central.
Ahora bien. Podría argumentarse que el FOMC se enfoca más en la inflación subyacente, aquella que excluye precios de alimentos y energía. Efectivamente, el comité encargado de la política monetaria de Estados Unidos considera el comportamiento del deflactor del gasto en consumo subyacente (PCE deflator) como un elemento clave para sus decisiones. Como sea, tanto el CPI como el deflactor del gasto en consumo subyacente registran sus variaciones anuales más altas en 30 años.
En su más reciente comunicado de política monetaria, la Junta de Gobierno del Banco de México reveló la expectativa de una convergencia de la inflación hacia 3.0 por ciento anual en el tercer trimestre de 2022. En el informe trimestral del periodo enero-marzo de 2021, el organismo central había manifestado que dicha convergencia se daría en el segundo trimestre de ese año.
Esto no ocurrirá ni en un caso ni en otro. De hecho, de acuerdo con nuestras estimaciones, la inflación anual registrará un piso de 3.6 por ciento en junio de 2022 y podría ubicarse alrededor de 3.75 por ciento al cierre de ese año. No se diga en 2021, donde la inflación general probablemente no descenderá de 5.50 por ciento durante el segundo semestre de 2021 a pesar del inicio de un ciclo de política monetaria en México. Por su parte, la inflación subyacente tampoco logrará descender significativamente y es muy probable que cierre este año por encima de 4.00 por ciento.
Al igual que en Estados Unidos, la inflación en México se vio distorsionada primero por la pandemia y ahora por la recuperación económica. Hace poco más de un año, la disrupción en cadenas de suministros generada por el paro económico, la escasez de determinados productos, el aumento en tiempos y costos de transportación, así como un incremento en la demanda de determinados bienes (sobre todo alimentos) generó distorsiones en los precios. Ahora, el alza en las cotizaciones internacionales de materias primas (principalmente petróleo), sequías y otros fenómenos climatológicos adversos, problemas que aún no se solucionan por el lado de la oferta (particularmente semiconductores) y un fuerte incremento en la demanda de bienes y sobre todo servicios (y falta el verano) presionan a la inflación en esta etapa de la recuperación.
Si a esto se suma el efecto que podría generar una aceleración del crecimiento de los salarios en México y principalmente en Estados Unidos, es más que claro que la inflación podría mantenerse elevada en ambos países por varios meses más. Sin duda, una inflación persistentemente alta afectará el poder adquisitivo de las familias, sobre todo aquellas que dependen en gran de medida de la canasta básica. También sin duda, una inflación que no cede comenzará a contaminar las expectativas de inflación del mercado (algo que se ve claro en los futuros de tasas tanto locales como externas) a menos que el banco central cumpla con su mandato y frene esta situación. En México, donde dicho mandato se establece claramente en la Constitución y no considera aspectos de crecimiento económico como sí ocurre en el caso de la Fed, la acción del banco central es más que necesaria.
Por donde se vea, el descenso en la inflación tanto en Estados Unidos como en México parece complicado. Y no sólo eso. Éste podría ser insuficiente. Es por ello que Banxico, y más adelante la Fed, recurrirán a un ciclo de política monetaria restrictiva, particularmente si la recuperación continúa sorprendiendo al alza y las condiciones de holgura económica se reducen cada vez más. Aún se está a tiempo de evitar los riesgos de una inflación persistentemente alta en ambos países. Sobre todo, en México aún se está a tiempo de evitar una posible salida de capitales, una devaluación del tipo cambio o incluso una baja en la calificación de la deuda soberana.
Nuestro estimado para el nivel de la Tasa de Interés Interbancaria a un Día (la tasa de interés de referencia de Banxico) al cierre de 2021 se ajustó de 4.00 a 5.00 por ciento. Con todo y este aumento, la tasa real en México sería prácticamente cero o negativa. De acuerdo con nuestras proyecciones, el siguiente aumento en la tasa de Banxico será de 25 puntos base este próximo 12 de agosto.