El liderazgo es un proceso de aprendizaje permanente. El perfil de los aprendices, en la edad media, respondía fundamentalmente a tener lealtad, obedecer, no ausentarse y demostrar compromiso con su trabajo. Quien no ha tenido capacidad para obedecer no puede mandar. Es fundamental haber sentido que el poder lo tiene otro, para luego poder ejercerlo con propiedad.
Si las personas reconocen en los líderes estos atributos, entonces, responderán de la misma manera. El ciclo se nutre ya que los valores del líder se replicarán en cada uno de los miembros de su equipo. Lo realmente llamativo es que los líderes, necesariamente, han de demostrar primero que hacen lo que exigen, para luego exigir con éxito.
La contribución primaria del líder está en el reconocimiento hacia las buenas ideas pero también en los errores. Bennis y Burt Nanus nos dicen que "cada paso en falso es una oportunidad de aprendizaje y no el fin del mundo". Se aprenden tanto de las equivocaciones como de los éxitos.
Los líderes no logran los éxitos por sí mismos, sino que involucran a quienes deben alcanzar los resultados, y hacen posible que ellos hagan que las cosas sucedan.
Los líderes son laboriosos, alientan a la colaboración, arman equipos, y brindan poder a los demás, porque saben, como los aprendices, lo que se siente cuando el poder lo ejerce otro. Habilitan a otros a actuar. El efecto de habilitar a otros a actuar es hacerlos sentir fuertes, capaces y comprometidos, como lo demuestran ellos, cada vez.
(*) Es Licenciado en Recursos Humanos egresado de la Universidad de Buenos Aires. Socio co-fundador de Voyer Internacional. Conferencista en temas de su especialidad y ponente constante de World of Business Ideas (WOBI).
Roberto Vola Luhrs
El líder que crece es el que jamás deja de ser un aprendiz
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