El peso sigue fortaleciéndose con respecto al dólar y tal parece que el cierre del año puede seguir arrojando sorpresas, a pesar del sentido aparentemente adverso de las noticias más recientes. Desde el mes de julio y hasta el viernes pasado, el peso se ha revaluado en casi 11 por ciento. Desde su nivel máximo alcanzado al inicio de la pandemia la revaluación ya es de casi 19 por ciento.
A muchos sigue sorprendiendo la fortaleza del peso en momentos en que se hacen públicas cifras todavía muy malas con relación al crecimiento y cuando los temas de corte político en las noticias, tanto a nivel nacional como en el exterior, no dejan de ser inquietantes.
Ya debíamos haber entendido muchos. No solo los que estamos pendientes de los mercados, sino la mayoría de quienes observan el tipo de cambio, que sus principales determinantes en el corto plazo no son las noticias sobre escándalos políticos, ni la nota roja, ni las noticias sobre el avance de la pandemia, ni los comentarios, a veces carentes de sustento, que se emiten en la mañanera. La realidad es que el tipo de cambio se determina por los flujos de entrada y salida de dólares del país.
Estos flujos no son los que generan personas que deciden enviar sus ahorros al exterior. Hay canales de flujo de recursos mucho más potentes y en estos momentos se alinean a favor del peso. Vea por ejemplo las cuentas externas. Acumulamos un superávit comercial de 18 mil millones de dólares en el año; es decir, la diferencia es positiva entre los dólares que entran al país producto de las exportaciones que realizamos y a los que se restan los flujos de dólares que pagamos por las importaciones que realizamos.
Otro ejemplo son las remesas que envían los paisanos que trabajan en el extranjero. Es muy probable que totalicen 40 mil millones de dólares en este año, un nivel récord, superior en más del 10 por ciento a las registradas el año anterior.
Otro tema en el mismo sentido es el de los recursos que pretenden aprovechar la ganancia que representa una tasa de interés que aún es muy superior a la que pagan otros países en el exterior; en especial aquellos con los que se puede comparar a México. En otros países emergentes los bancos centrales han reducido su tasa de interés a niveles ínfimos (Brasil 2.0 por ciento, Chile 0.5 por ciento), este hecho le inyecta vitalidad a un flujo de apuestas por activos en pesos.
Seguimos teniendo argumentos que consolidan la posibilidad de mantener flujos positivos. La apertura comercial, la liga comercial a la economía más dinámica del mundo, la autonomía del banco central, el mantenimiento de reservas internacionales elevadas, la austeridad fiscal y la estabilidad de la deuda, son algunos elementos que fortalecen a nuestra divisa.
Todos estos elementos conducen a la misma conclusión, hoy en día, México no necesita dólares para financiar su actividad económica, ni para solventar vencimientos de deuda.
Ahora bien, después del resultado electoral en Estados Unidos en donde se plantea un Gobierno dividido, la visión de los inversionistas es que la posibilidad de un estímulo fiscal es menor y por ende crece la necesidad de la intervención de la Reserva Federal. Esto significa un refuerzo a la idea de menores tasas de interés y de un flujo de recursos para apoyar las dificultades de empresas e individuos vía la recompra de deuda. Esta premisa ha presionado fuerte al dólar a la baja contra la mayoría de las monedas. El euro subió entre el lunes y el viernes de la semana pasada de 1.16 a 1.8 por dólar; el remnimbi de China pasó de un nivel de 6.7 por dólar a uno de 6.58 en el mismo periodo. El peso tuvo la misma suerte.
Al parecer la disputa por las elecciones y la entrada de un nuevo Gobierno en Norteamérica mantendrán en el escenario la misma estructura de debilitamiento del dólar. Por ello, no se sorprenda si en el transcurso de las próximas semanas el tipo de cambio continúa aproximándose a los 20 pesos por dólar. ¿Qué puede alterar esta tendencia? Un momento de aversión al riesgo y de corrección en los mercados globales. Algo que, a juzgar por lo acontecido la semana pasada, vuelve a ser poco probable.