No podemos decir que lo que ha sucedido en los mercados globales en días recientes era inesperado. Las tasas de interés de largo plazo llevan subiendo a partir de su nivel mínimo desde agosto del año pasado. Iniciaron en ese entonces sobre un nivel de 0.55 por ciento y cerraron 2020 en 0.85 por ciento. En febrero han observado un repunte hasta un nivel de casi 1.60 por ciento registrado en algún momento de la semana pasada.
El alza de este mes tiene como origen una expectativa muy favorable por el lado del crecimiento. Hay cifras económicas publicadas en el pasado reciente, que sugieren que los inversionistas subestiman la fuerza de la recuperación en Estados Unidos (producción industrial, venta de casas, incluso las cifras de empleo).
Asimismo, el avance de la vacunación arroja cifras optimistas por el lado de la reducción de la tasa de contagios, la tasa de mortalidad y la saturación de servicios médicos. Al momento, la velocidad de vacunación excede lo previsto en el plan de 100 millones en tres meses establecido por el presidente Biden.
La pregunta es entonces si la concreción de tales expectativas es capaz de mantener el ritmo de alza que vimos en las tasas la semana pasada y si éste impondrá una tendencia bajista en el mercado de capitales.
La respuesta a la primera pregunta es que no. Dudo mucho que la progresión de alza de las tasas sea capaz de mantener tal velocidad. Es claro que la tendencia de alza se mantendrá, pero la aceleración actual quizá se deba a una sobrerreacción en los mercados, quizás provocada por la acumulación de factores como la escasez de gas y petróleo debido a los problemas climáticos de hace dos semanas en varias partes de Estados Unidos, la permanencia de 'burbujas' de precio en algunos activos como los bitcoin o acciones de tecnología y el rally desenfrenado que muestran algunos precios de bienes básicos como el cobre o el mineral de hierro.
Por su parte, el presidente de la Fed ha dejado claro que su postura no debe cambiar por estos movimientos de las tasas a plazos largos. Aún hay una economía con suficiente rezago, en especial en el tema del empleo. Es iluso pensar que en los siguientes meses la Fed pudiera dar señales de un viraje en su postura.
Por otro lado, aún está pendiente la siguiente parte del estímulo. Ya fue aprobado por la Cámara de Representantes el paquete de ayuda de 1.9 billones de dólares propuesto por el presidente Biden. Falta que lo apruebe el Senado. Cada día que pasa es más probable que dicho paquete tenga recortes en algunos aspectos.
Las presiones en los precios de los bienes básicos también debieran perder fuerza. En varios casos hay un componente de especulación grande motivado por el exceso de liquidez y las expectativas de un crecimiento grande.
Tal vez las presiones más fuertes sobre la inflación se muestren en el cierre de este trimestre y el próximo, pero no vamos a niveles muy superiores de inflación en el mediano plazo. Esto no va a dejar de provocar sin duda nerviosismo entre los participantes, pero ya sabemos que no va a hacer cambiar la visión de las autoridades.
Los inversionistas tendrán que enfrentarse a un ambiente más volátil tanto en los mercados de deuda como de capitales; los episodios recientes de dudas seguramente se repetirán. Pero creo que es un error pensar en una crisis en el mercado de bonos causada por un movimiento violento y permanente de las tasas.
En el caso del mercado mexicano, hay que asumir que la baja de las tasas de largo plazo que se gestó en diciembre se ha restituido. No hay muchos elementos para que los agentes descuenten que el Banco de México aplicará más bajas a las tasas de referencia en un ambiente de presión de precios que también se avecina en México (la comparación contra las bajas de energéticos del año pasado y las presiones de los bienes básicos ya están aquí) y de volatilidad en el tipo de cambio, así como en los mercados globales.
Ya no habrá ganancias grandes en las tasas de largo plazo por un buen tiempo, eso considérelo un hecho. Revise sus posiciones en bonos y si hay tasas fijas y plazos largos, debe considerar vender, hay un riesgo mayor y al mismo tiempo menor probabilidad de ganancias como las que ha visto en los últimos dos años.