Rolando Cordera Campos

Jaime Ros

La presencia de Jaime en la investigación, la docencia, el diálogo y la conversación en la Facultad de Economía fue y debe ser motivo de orgullo para el conjunto del claustro universitario. Jaime Ros se nos fue, pero su obra y recuerdo vivirán siempre entre nosotros y para el bien de nuestro país.

El pasado domingo 7 de julio, murió Jaime Ros Bosch. Amigo muy querido por muchos (yo entre ellos), Jaime fue un hombre bueno y talentoso, siempre dispuesto a la generosidad y la solidaridad. Nunca dejó de hacer honor a su estirpe de hijo de catalán refugiado, heredero de las mejores tradiciones del socialismo civilizador que en su herencia se resumía en los recuerdos del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista, POUM) y de su sacrificado dirigente André Nin.

Su talento lo llevó más allá de la guerra de las citas y las referencias a modo. Fue un economista brillante y riguroso, que entendió desde muy temprano que la economía política era una herramienta fundamental, pero herramienta, al fin y al cabo, para conocer y entender la sociedad contemporánea y tratar de mejorarla en una dirección de bienestar e igualdad.

Su socialismo siempre fue inseparable del rigor y el análisis sobre lo que ocurría y podría ocurrir y sobre las implicaciones sociales, no sólo económicas, que una u otra decisión podrían acarrear. Keynesiano de cepa, fue un reformista ilustrado y un realista convencido de que las cosas podrían cambiar.

Muy temprano, Jaime desplegó ingenio y sorprendentes capacidades para la reflexión, el análisis y la enseñanza y formó parte de los fundadores del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), promovido por Javier Alejo, dirigido primero por el maestro Horacio Flores de la Peña, luego don Antonio Sacristán Colás y siempre coordinado cuidadosa y celosamente por Trinidad Martínez Tarragó. Desde ahí, acompañado por la enriquecedora compañía de los refugiados del Cono Sur y varios colegas y amigos mexicanos, Jaime emprendió una interminable y comprometida tarea de investigación y difusión sobre la economía mexicana, en especial en la revista que llevara precisamente ese nombre: Economía Mexicana.

La revista y el proyecto fueron ejemplares, por su rigor y aportaciones a la difícil perspectiva de entonces, y pronto propiciaron algunos vergonzosos sentimientos de envidia y rencor político. Víctima de una necedad dogmática y arrogante, siempre lindante con la estolidez, Jaime tuvo que dejar el CIDE y, junto con varios de sus compañeros, principalmente José Casar y después María Amparo Casar y Guadalupe González, refugiarse en el ILET (Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales), a la sazón presidido por nuestro inolvidable y querido Juan Enrique Vega.

Luego, Jaime emprendió el vuelo al reconocimiento y la fama internacional como economista político del desarrollo y aterrizó en Ginebra, en la Comisión del Sur, que promovieran Willy Brandt y la Social Democracia Alemana y Europea y presidiera el expresidente de Tanzania Jules Nyerere. El Instituto de Estudiosos del Desarrollo de la ONU (WIDER) y otros foros, le dieron a Jaime la "alternativa" y la Universidad de Notre Dame de Estados Unidos se lo llevó a sus aulas y centros de investigación con todo y Tenure. Al final de su larga estancia ahí, esta Universidad le otorgaría el Emeritazgo.

Por fin, gracias a las gestiones de los directores de la Facultad de Economía, Roberto Escalante y Leonardo Lomelí y la generosidad del banquero y economista Carlos Abedrop, quien además de fondos de apoyo y para repatriar donó a la facultad un espléndido edificio para su posgrado, Jaime retornó a su país y desplegó una enorme actividad docente y de investigación en la licenciatura y el posgrado en economía de la UNAM. Fruto de esos esfuerzos son varios volúmenes sobre México y su desarrollo (uno de ellos escrito con Juan Carlos Moreno Brid, distinguido colega y amigo) y un volumen sobre las teorías del crecimiento y el desarrollo que actualiza otro escrito en Notre Dame y publicado por Oxford University Press.

El libro reescrito y traducido en México, adoptó el afortunado título de La Riqueza de las Naciones en el Siglo XXI y pronto será circulado por el Fondo de Cultura Económica. Se trata de un trabajo formidable de reflexión teórica e histórica que mantendrá a Jaime presente por muchos años.

En memoria de aquella pionera revista de Economía Mexicana hecha en el CIDE, que habrá que recordar con detalle más tarde, Jaime dirigió, coordinó y escribió el Anuario Revista de Economía Mexicana, apoyado por la Facultad de Economía de la UNAM y su director Eduardo Vega. Sus trabajos introductorios sobre el estado actual de nuestra economía han sido acompañados por trabajos notables, actuales y rigurosos sobre nuestra economía política y sus implicaciones sobre la vida social de México. Se trata de tres obras robustas que contribuyen a ampliar y darle fuerza a la mirada crítica y constructiva sobre México y sus fundamentos.

La presencia de Jaime en la investigación, la docencia, el diálogo y la conversación en la facultad fue y debe ser motivo de orgullo para el conjunto del claustro universitario. Sus estudiantes y colegas, a más de sus camaradas de la legión internacional por el desarrollo lo extrañarán mucho.

Jaime Ros se nos fue, pero su obra y recuerdo vivirán siempre entre nosotros y para el bien de nuestro país.

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