AMLO no busca justicia, busca venganza. Su rencor no lo deja vivir. Habla de corrupción y acusa a todos, pero protege a sus amigos, parientes y equipo. No puede permitir que sobre él y sus afines caiga la justicia. Cambiar al Poder Judicial por corruptos es en realidad un discurso para engañar, pues busca hacerse de todos los poderes y evitar riesgos futuros. Ya tiene al Ejecutivo, Claudia cada vez más sometida. No solo le impone el plan C, busca tapar el Sol con un dedo, con encuestas patito de preguntas amañadas. Impondrá parte del gabinete a Claudia para que vean quién manda. Y si fuese necesario, él mismo se incluiría en el gabinete, con su derecho a disentir, lo que anularía a Claudia, o bien imponer a sus hijos, para vigilar el desarrollo del gobierno y dar órdenes directas.
Para AMLO, ‘porque lo digo yo’ es suficiente explicación, porque él todo lo sabe, todo lo impone o utiliza el temor y el castigo. No acepta dialogar, ni con los suyos, mucho menos con quien lo critica. Los datos duros y las razones son formalismos que él sabe cómo transformarlas en mentiras. Victimizarse es su especialidad. La teoría de la conspiración es su tesis favorita para cualquier asunto que le cause molestia.
La descalificación y la polarización, sus armas, pero sabe leer muy bien al pueblo. Dice lo que quieren oír. Sabe cautivar y convencer. Es popular porque beneficia a millones de mexicanos con dádivas que no ponen condición alguna. Ha subido el salario mínimo, los empresarios pactaron. Y aunque medianos y pequeños son los más afectados, subió la masa salarial. A mucha gente le preocupa su seguridad y la de su familia. Pero si otro es el muerto o el feminicidio no le afecta, pues son cosas que pasan. Hemos normalizado la violencia.
Muchos están muy contentos con el nuevo sistema, no les importan las instituciones, creen aun en el tlatoani. No les preocupa la justicia tampoco porque no entienden que ésta puede ser utilizada como vendetta. Dirán: ‘ellos se lo buscaron’. Y los que sean apresados in fraganti o condenados por cometer delitos que puedan afectar al poder, cuentan ya con que serán amnistiados. Ya no importa que se les juzgue o no.
Para rematar, la ley de amparo, pilar de la justicia mexicana, que evitaba abusos de los gobernantes contra los particulares, fue cambiada y publicada, dejando sus efectos menoscabados. Así que aunque te quejes de absurdas acciones contra tu vida, familia o negocio, no podrán los jueces ampararte hasta que el caso sea juzgado.
La prisión preventiva oficiosa quedará vigente, pese a las condenas internacionales que exigen primero que se determine la culpabilidad antes de someter a una persona a la cárcel. Hay miles de casos en México, y la Guardia Nacional y el Ejército simplemente declaran a alguien sospechoso y para seguir un juicio, lo detienen por meses o años, mientras se averigua. Muchas veces cuando les dictan sentencia, ya excedieron la condena. Los pobres sufrirán más pues no tienen recursos para defenderse, y si se eligen a los jueces, éstos actuarán bajo consigna de cualquier autoridad.
Bolivia es el único país del mundo que elige a los integrantes del Poder Judicial. La experiencia ha sido amarga. Todo el Poder Judicial actúa por mandato presidencial y de sus colaboradores. Se partidiza la justicia. Y si cambia el Poder, se vuelve a partidizar. Así viven jueces, magistrados y ministros en Bolivia, bajo consigna, y su esfuerzo es no perder el cargo, ser seleccionados por el partido gobernante, y cumplir con sus órdenes.
Actualmente los jueces en México se nombran por concursos de oposición, con exámenes que abarcan diferentes ramas del derecho y de procedimientos. Pocos logran aprobar y por eso tenemos pocos jueces para las cargas de trabajo. Como señala Ignacio Morales Lechuga, en 2024 se presentaron 576 aspirantes y solo 46 aprobaron. Esto no impide que existan juzgadores corruptos, pero sin duda son expertos en su oficio. Los problemas recaen más en quienes hacen las investigaciones y en los ministerios públicos, es decir, en las procuradurías, que en los juzgados. Pero para la población es difícil distinguir la parte de administración de la justicia entre el Ejecutivo y el Poder Judicial.
La elección por voto permite, desde el inicio, comprar o financiar campaña a un juez o magistrado, permite que lleguen los populares e ignorantes, los adscritos al partido gobernante, a litigantes deshonestos, y empresarios poco competitivos. Se pondrá bien la barata y durará varios años.
Por eso los mercados están apanicados. Se acabó el Poder Judicial como contrapeso constitucional. Ya no habrá Estado de derecho, ni certeza jurídica, ni buenas prácticas basadas en la legalidad. El voto no es un instrumento que impida la corrupción. Si lo sabremos después de haber votado a tantos políticos ineptos y corruptos. Pero los tribunales no pueden ser electos democráticamente, no queremos políticos a cargo de la justicia. Queremos juzgadores con conocimientos técnicos, jurídicos y con visión de género. Capaces de ejercer la imparcialidad y con autonomía para poder tomar decisiones conforme a Derecho.
Aunque Claudia Sheinbaum va a perder su legitimidad como presidenta en los próximos dos meses, al someterse sin chistar a la autoridad de AMLO, aún hay quienes tienen la esperanza de que al asumir el cargo pueda revertir los hechos que afectarán fuertemente la economía y el comercio. Me gustaría compartir ese optimismo que parte del desconocimiento de quién es Claudia y lo que esperan de la primera mujer presidenta de México.
En breve veremos quién es realmente Claudia, si se acomoda con buena disposición a ejercer un poder autocrático, o como dijo en su discurso como ganadora de la contienda, cuando prometió dialogar con “los otros” y entender que hay diferentes puntos de vista que no pueden ser ignorados. Por el momento, solo sus cercanos colaboradores tienen alguna idea de cuál será el rumbo que tome esta nueva etapa de la historia nacional.