Rosario Guerra

Mandato

La reforma al Poder Judicial acabará con la división de poderes y el Estado de derecho. No habrá certeza jurídica para particulares, a menos que apoyen a su juez o magistrado.

Salvo el caso de Peña Nieto, nadie ha otorgado a su sucesor el completo dominio de la transición sexenal. Y AMLO es claro: “aquí mando yo” hasta el término de mi gestión, presiona a legisladores para votar sus reformas y amenaza con expulsarlos de Morena si no cumplen con sus órdenes. Sheinbaum anda con pies de plomo, pero sujeta a los mandatos de su jefe; de gira por el país, suscribiendo compromisos que exceden al mandato presidencial, con aparente acuerdo a lo que se ve sometida.

Su propuesta de postergar la reforma del Poder Judicial a marzo fue desechada; es un gobierno que va a nacer muerto. Sin acuerdos con socios comerciales, basados en percepciones de que el maíz transgénico es peligroso para la salud humana, sin una sola prueba, con una Guardia Nacional militarizada y que ya no colaborará con la DEA y otras agencias parar perseguir narcotráfico.

Sin una reforma fiscal que ponga orden en las finanzas públicas; con un aumento del pago de la deuda externa por devaluación del peso; con una carga fiscal por programas sociales y pensiones; con obras que aún deben terminarse, aunque no tengan rentabilidad; con el desplome de la producción petrolera y un Pemex que amenaza con bajar nuestra calificación crediticia; con un déficit fiscal difícil de manejar; eso solo para abrir boca.

La reforma al Poder Judicial acabará con la división de poderes y el Estado de Derecho. No habrá certeza jurídica para empresas o particulares, a menos que apoyen a su juez o magistrado. El derecho de amparo, pilar de nuestro sistema, está vulnerado, la amnistía aplica sin criterios claros y solo por voluntad del Ejecutivo.

Los inversionistas extranjeros mantendrán, hasta donde puedan, las inversiones en las cadenas productivas actuales, pero recursos frescos no los veremos llegar. Y se va, se va, la oportunidad del nearshoring. No hay agua, no hay luz, no hay carreteras, no hay infraestructura, y los jóvenes sin opciones. La pobreza seguirá, pues las dádivas son un paliativo y los montos crecen.

Sin embargo, la población está contenta, piensan que en efecto ya llegó el progreso al sur, tan olvidado, con el Tren Maya; las obras son espectaculares y las inversiones turísticas en la Rivera Maya crecen. El salario mínimo al crecer impulsó sueldos de otros niveles. El mercado interno se fortaleció, pero los riesgos que amenazan al país no se perciben por toda la población; es más, hay quienes ven un futuro promisorio. Quienes entienden que todo país requiere de un Estado de derecho que regule los contrapesos y permita libertades y desarrollo, no son comprendidos.

Así, la población seguirá polarizada, otro reto más para Sheinbaum, que debe decir cómo lo va a afrontar. El anuncio de los miembros de su gabinete, hasta el momento, ha sido bien recibido, pues se postula a personajes con experiencia y conocimientos en sus áreas, salvo alguna excepción, que todos conocen.

El tema de seguridad no queda claro: ¿Para qué nombrar un secretario de Seguridad Pública si ni siquiera tendrá mando sobre la Guardia Nacional, ni las policías estatales y locales? No queda clara la estrategia.

Se presume que el doctor Kersenovich podrá resolver la crisis del sistema de salud. Es un médico muy reconocido y experto en enfermedades hepáticas, ha dirigido hospitales y centros de investigación, su talento no se cuestiona, pero el tema es más administrativo: ¿Cómo dotar a clínicas y hospitales de insumos, medicinas y personal para atender la demanda? ¿Cómo reincorporar a los más de 30 millones que no cuentan con servicios médicos?

Y si algo más queda por apuntar está la crisis hídrica, el asolvamiento de las presas hará crisis. Hay nuevos métodos, como el aurora diseñado por el ingeniero Sifuentes, que pueden resolver el problema, pero la duda es si se aplicarán nuevos criterios y métodos para resolver escasez.

El cambio climático, desde luego que nos afecta. Habrá más huracanes y no tenemos fondos para rescatar y atender damnificados. De hecho, no tenemos recursos para muchas responsabilidades del Estado y necesitamos invertir mucho en infraestructura hidráulica.

Una opción, que ya señaló la presidenta electa, es regresar a la asociación de inversiones público-privadas, al parecer es una buena salida. Si ya no se le sataniza, es prácticamente una opción real y viable para construir infraestructura, aprovechando el ahorro interno del país, expropiar Afores no es el camino; usar productivamente los recursos sí es una posibilidad para el desarrollo.

No sabemos quién es Claudia Sheinbaum, AMLO no la deja ni hablar, ni opinar, ni decidir, y ella acata sin chistar públicamente, pero al interior de la 4T ya empiezan las confrontaciones. Los rudos están enojados porque estiman que serán desplazados, ojalá así sea porque ignorancia y prepotencia juntos es una bomba de destrucción: espían, intrigan, no quieren soltar el poder, envenenan el ambiente de la transición, quieren que el Maximato se perfile.

Pero nada en la vida es eterno, Claudia puede o no ser una buena presidenta, dependerá del rumbo que le imprima al país porque tendrá el poder absoluto para hacerlo. Esta nueva etapa del sistema político mexicano, sin equilibrios, ni pluralidad, tiene tentaciones muy grandes para quien ejerce el poder absoluto.

Pero es igualmente cierto que no va a desaparecer la oposición, ni la ‘marea rosa’, ni la libertad de cátedra, ni el periodismo crítico, ni los problemas con nuestros socios comerciales. Los empresarios seguirán produciendo y exportando; los agricultores harán frente a la crisis actual; el turismo, pese al narco, se mantiene, lo mismo que varios servicios. México no se acaba. Y ya veremos si el nuevo proyecto de sistema incluye a todos, o volverá a repetirse la exclusión y la confrontación. Las cartas en la mesa, pronto se conocerán.

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