Rosario Guerra

Economía y seguridad

El reto que nos dejó la semana de terror vivida con impotencia es lograr seguridad y desarrollo, con más igualdad entre sectores y regiones.

Las familias mexicanas desean que sus hijos y sus integrantes puedan estudiar o trabajar, sin sobresaltos por violencia, con cierta seguridad de que no perderán la vida ni el empleo y que podrán salir adelante de los retos que la vida nos impone. Este país funciona gracias a todas esas familias, a sus esfuerzos, a su tenacidad y responsabilidad. México es un gran país.

Para nuestro Presidente este momento es uno de los más complicados que enfrenta en su corto caminar por las sendas del poder. La violencia de la semana pasada en Michoacán, Guerrero y particularmente Culiacán fue terrible. Abundan versiones oficiales contradictorias que solo muestran incapacidad de un gobierno para realizar un operativo con buena planeación, fuerza de combate, estrategia y que no ponga en riesgo vidas de civiles inocentes. Lo que se vivió fue una apología de la violencia en la cual el Estado decidió doblar las manos al verse superado por los narcotraficantes y tener nula capacidad para defender a familias de militares y de culiacanenses.

AMLO sabe perfectamente lo ocurrido y su responsabilidad, aun cuando esté en paz con su conciencia, no lo está con su deber. Es una lección humillante y dolorosa, pero como todo aprendizaje, si deja una enseñanza para mejorar y cambiar lo que no funciona, entonces puede haber avances. El primero es el compromiso de EU, que anuncio Ebrard, para frenar la venta de armas y su tráfico por la frontera, lo cual es importante si se cumple el compromiso.

El otro problema que se suma al de la violencia y la inseguridad es la economía. Hay diálogo entre el Presidente y los grupos empresariales. Todos invierten lo que normalmente hacen cada año para mantener su negocio, pero no vemos nuevas inversiones importantes. Las propuestas hechas por AMLO están detenidas por fatal de estudios, permisos, recursos, amparos y viabilidad económica. Los recursos se han ido a Pemex en una ambiciosa apuesta y a los programas sociales, que muchos beneficiarios le reclaman a AMLO no haber recibido aún, lo que causa fricciones.

Evaluar el alcance y la viabilidad de sus proyectos está en la decisión de AMLO, más allá de opiniones técnicas o financieras. Pero la economía nacional va más allá de estos proyectos. Se requiere de certeza para reanudar la inversión y evitar que continúe cayendo el empleo. Es indispensable impulsar infraestructura, apoyar a estados y municipios con sus proyectos, en lugar de gasearlos como criminales por pedir recursos, más allá de las formas. Se requiere un líder, y aun con la fuerza de AMLO, no tenemos esa guía. No hay confianza y por lo tanto no hay inversión, pese a las fotos.

No hay tolerancia a la crítica, como se ha visto con despidos y ataques a comentadores y medios de comunicación. Nadie osa tener una opinión independiente en el gabinete o en el gobierno, y así AMLO está aislado. Es su decisión recuperar la figura presidencial como unidad nacional. Es su decisión atraer inversiones y otorgar certeza, es su decisión evitar confrontaciones con críticos y medios. Es su decisión replantear la estrategia contra la violencia y recuperar el Estado de derecho.

Nadie quiere que fracase, no hay confianza en los partidos o en otros dirigentes, AMLO tiene la llave. Si la usa para unir, crecer, desarrollar y conducir a todos los mexicanos, será exitoso. Si sigue culpando a los gobiernos pasados, creando enemigos porque hay críticas y los descalifica como conservadores o fifís deseosos de ver su fracaso, se equivoca.

Él es el dueño de su destino, no sus críticos ni sus opositores. No, no hay una conspiración en su contra, no hay una guerra. Hay datos duros y reales. El narcotráfico se fortalece, la economía cae y la violencia aumenta. Pero no es todo inevitable, el narcotráfico, aunque sea pueblo, debe ser controlado. La economía debe enfrentar retos internos y la posible recesión mundial, con certeza y confianza, atraen inversión. La violencia debe combatirse, desterrar impunidad, para vivir en paz y evitar que el fruto del trabajo se lo lleven los malandros. Y eso lo puede lograr un gobierno capaz de fijar rumbo y sumar voluntades.

Es un momento, se reconozca o no, de quiebre en el gobierno de AMLO, pero sin duda, es también tiempo de reflexión, lo que abre oportunidades a lograr seguridad y desarrollo, con más igualdad entre sectores y regiones. Ese es el reto que nos dejó Culiacán y la semana de terror vivida con impotencia por la población.

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