Rosario Guerra

La confianza

Rosario Guerra indica que que en México hemos perdido la confianza y ese es el gran reto de AMLO porque aunque su discurso ha generado la esperanza de construir una mejor sociedad, niega realidades cuando se hace evidente lo que se quiere ocultar como el desabasto de gasolina.

Fabián Flores Vázquez publicó "Confianza: Motor del Desarrollo Personal y Social" que resulta un texto interesante ante el momento por el cual atraviesa el país. Se relata que los valores éticos y morales van cambiando al paso del tiempo. Hace una reflexión interesante de que la confianza se construye a partir del respeto, la responsabilidad y la honestidad, a través de acciones concretas. Sin embargo, se pierde con gran facilidad ante la corrupción, la mentira, la impunidad y la traición.

Aborda cómo las distintas generaciones van cambiando valores éticos y morales a causa de diversas crisis de distinto tipo, factores económicos, políticos o sociales. Relata cómo la convivencia de varias generaciones van moldeando las formas de relacionarse. Y agrega que cuando se suceden las crisis, se da paso a la desconfianza y entonces, surgen nuevos paradigmas para restablecer de nuevo la confianza, valor cohesionador de la sociedad.

Actualmente tras el reconocimiento universal de los derechos humanos, el orden mundial y las formas de gobierno se han transformado para transitar a modelos más democráticos. Son los valores los que permiten acciones que fortalezcan la aceptación de la diversidad siendo la confianza muy poderosa en la construcción de nuevas formas de convivencia que se comprometan con el desarrollo.

Señala que a mayor confianza social, se requieren menos leyes, hay mayor respeto a las normas, mayor honestidad en el desempeño público y se fortalece el estado democrático de derecho. Entre más confianza menos normas y menos protocolos, más cooperación, mayor consenso social, mayor productividad y mayor prosperidad en una sociedad. A mayor confianza mayor capital social y mayor desarrollo, explica el autor.

Coincido con sus puntos de vista y me hacen reflexionar en que en México hemos perdido la confianza y estamos inmersos en ese proceso de reconstrucción de paradigmas que nos permita recuperarla. No es un proceso sencillo, implica quiebres y requiere de conducción. Y así llegamos a la confianza y su crisis. La confianza permite vivir en armonía, permite el funcionamiento de las instituciones y de sus representantes en los órganos de gobierno. Vivir en sociedad requiere de una buena dosis de confianza, ligada a la credibilidad.

Ese es el gran reto de AMLO, su discurso ha generado la esperanza de construir una mejor sociedad que destierre corrupción, impunidad, traición y mentira, que socavan a las instituciones porque se pierde la confianza. Reconstruir paradigmas para relanzar un proyecto de esta envergadura es una labor en la cual todos deben participar. Excluir, acusar, dividir, no son las vías para generar confianza. Confrontar no es el camino, se requiere unidad.

Su llamado a la honestidad le acarrea simpatía, su convicción de que el ejemplo puede lograr cambios llama a buena parte de la población a esforzarse. Pero no es suficiente. Se requiere de dirección y rumbo, pero también de herramientas que permitan hacer realidad un ideario político que no necesariamente se corresponde con una terca realidad.

Tras llamar a la transparencia, otorga contratos sin concurso ni justificación, involucra a autoridades fiscalizadoras en compras gubernamentales, cancela importantes proyectos de infraestructura y lanza otros, que no prueban su aporte a la competitividad y la interconexión. Niega realidades y utiliza un discurso engañoso cuando se hace evidente lo que se quiere ocultar como el desabasto de gasolina.

Equivocarse es humano, persistir en el error es necedad. El bono democrático de AMLO es muy grande como para gastarlo irresponsablemente. Porque aún cuando las encuestas le favorezcan, al final los resultados serán los que se impongan. No veo algo favorable en Santa Lucía, ni en el tren maya, ni en repartir gasolina en pipas por carreteras, ni en rechazar negociaciones con otras fuerzas política en el Congreso, ni en eludir su asistencia a foros internacionales o evitar una presencia en funerales de Estado en Puebla, ni en rechazar fallos de TEPJF, una larga lista que aún no pasa factura. Porque en realidad lo que queremos es recuperar la confianza. Ese es el reto actual de nuestra convivencia. No hay teorías de conspiraciones, ni enemigos ocultos, hay mexicanos deseosos de que a México le vaya bien.

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