Rosario Guerra

Y llega la Navidad

Reflexiones navideñas que nuestro Presidente debe hacer en estos días donde el amor y la paz deben desterrar el encono, la ideología y las viejas rencillas.

Para el cristianismo el nacimiento de Jesús es un mensaje de amor y paz. Muchos no religiosos la consideran una celebración social y familiar. La Navidad enlaza a parte de la humanidad en una época de reflexión y solidaridad. La abundancia le acompaña en las épocas modernas con regalos y ritos como las posadas, por lo cual el alcoholímetro se instala en la Ciudad de México.

En la 4T se han cancelado las celebraciones por la austeridad, no hay brindis ni rifas. Las cargas de trabajo han aumentado ante los despidos y desde luego cumplir con expectativas y prisas de AMLO implican largas jornadas, no remuneradas, mantener el trabajo frente al creciente desempleo es básico. Las adjudicaciones directas no han reducido la percepción de que la corrupción ha disminuido. El tema ha sido más mediático que de resultados.

Los supuestos recursos dedicados a la corrupción, la venta de bienes del narcotráfico o la corrupción no resuelven la caída del ingreso público, que ha reducido recaudación al desplomarse el crecimiento, disminuyendo ISR e IVA, además de crear zonas en el norte donde se disminuyó la tasa.

La nostalgia es otra característica de la Navidad. Recordamos a los que se fueron, lo que pudo ser y no fue, las conductas que debemos cambiar para mejorar nuestro desarrollo personal y profesional. AMLO siente una gran nostalgia por regresar a Pemex a ser el motor de la economía nacional, más aún de la soberanía nacional, cerrando opciones de coinversión, de energías limpias, dedicando recursos públicos a actividades poco rentables como refinación, desplazando producción y exploración. La maduración de estos proyectos toma años. Mientras tanto, ¿cómo salir de una posible recesión?

Navidad es tiempo de celebración. Logramos la firma del T-MEC que ayudará a tener reglas claras en esta nueva etapa neoliberal, a la que AMLO ha abonado sin proponérselo, ante una realidad que obliga a actuar conforme reglas globales. Jesús Seade pasó de héroe a villano y la SRE retoma la operación de un tratado comercial, tema de la Secretaría de Economía, porque la situación bilateral cambia también la alineación del gabinete en México.

La Navidad también implica cambios y para esas fechas se supone AMLO ya habrá tomado las decisiones sobre su gabinete para instrumentarlos en enero. Requiere de apoyos más decididos en varios frentes. Y aunque abona 90 por ciento a la lealtad y solo 10 por ciento a la experiencia, la realidad demanda eficiencia y eficacia, es decir, experiencia y determinación para vencer malos augurios.

La Navidad nos hace sentir seguros en el ámbito familiar, en el seno de nuestra comunidad, en un respiro de paz. Pero este es un tema crucial para AMLO. En la CDMX ha aumentado delincuencia con robo a mano armada de transeúntes, vehículos y casas habitación. En cada círculo hay un evento que lamentar. Del país convertido en una zona de dominio del narcotráfico y la delincuencia organizada, ni el fuchi, guácala, ni los regaños de las madrecillas tienen efecto alguno y no vemos un plan serio. Algunos hasta celebraban la posible intervención de EU ante narcoterrorismo.

Navidad es época de reflexión. Aceptar que a veces nos equivocamos o que nuestras acciones no dieron el resultado que esperábamos, obliga a rectificar. Aquí no hay espacio para AMLO. No habrá aeropuerto en Texcoco, el tren maya no tiene viabilidad económica y los inversionistas no se interesaron, el transísmico sin estímulos fiscales y como paraestatal está parado, Santa Lucía aún no cuenta con autorizaciones de aeronavegabilidad de agencias internacionales, no sabremos como operará. Y la refinería será una inversión sin retorno. Pero de reconsiderar ni hablamos, para eso están las ayudas económicas a la población. Para eso están los votos.

Por eso se aumenta el salario mínimo aunque no crezca la economía y quiebren microempresas, por eso la prioridad en el PEF son los programas sociales, que no permiten superar la pobreza, pero aumentan ingreso de familias que ante la ilusión de un mejor futuro aplauden con entusiasmo.

Reconocer que se ha mantenido la disciplina fiscal, fundamentalmente por subejercicios; que el peso mantiene su valor, por las altas tasas; que se busca reducir brechas sociales; que se reconoce que la inversión privada en infraestructura es un acierto junto con el T-MEC pese a paneles laborales. Pero lograr metas de crecimiento, por lo menos regresar al 2.5 por ciento, requiere de acciones confiables, de reglas claras, de congruencia y de un proyecto con metas realizables. Esas son las reflexiones navideñas que nuestro Presidente debe hacer en estos días donde el amor y la paz deben desterrar el encono, la ideología y las viejas rencillas por datos duros comprobables y responsabilidad. El liderazgo debe ser de unidad nacional.

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