Advertencia: no sé si lo siguiente contiene spoilers. Ja.
Para cualquier mexicano que lo vivió con eso llamado uso de razón, 1994 es un año lleno de momentos indeleblemente fijados en la memoria.
En aquellos meses, el tiempo se detuvo varias veces. Por ejemplo, nadie olvidará dónde estaba y qué hacía al recibir la noticia de que Luis Donaldo Colosio había sido tiroteado en Tijuana.
Al día de hoy tampoco se borra la sensación experimentada al amanecer de ese año, cuando en vez de la marcha triunfal por la llegada de esa modernidad llamada TLC, a los mexicanos nos despertó la noticia del levantamiento zapatista en Chiapas. Y de ahí en adelante el vértigo se instaló durante más de doce meses, porque, como bien se dice en el documental 1994, poder, rebeldía y crimen, ese año duró mucho más que 365 días.
Dirigido por el periodista Diego Enrique Osorno y dividido en cinco capítulos, 1994 se estrena hoy en la plataforma Netflix, pero viene a llenar un vacío que tenía demasiado tiempo ahí, entre nosotros: carecíamos de una historia audiovisual sobre un "año enigmático", como lo define Osorno.
Por su valor testimonial, por el coro de voces que logró entretejer gracias a medio centenar de entrevistas en cámara, por la exhaustiva recopilación de material de archivo y por una estructura narrativa que logra transmitir, según sea el caso, el azoro, la incredulidad y la zozobra de aquellos meses, este documental está llamado a convertirse de inmediato en un clásico de la crónica mexicana.
1994 no es sobre Luis Donaldo Colosio y su magnicidio. No es tampoco sobre el EZLN o Salinas. Menos es sobre la crisis económica que al final de aquel año reventó a la sociedad mexicana. Y, finalmente, no es el retrato de un sistema político, el priista, que visto a la distancia resulta de comicidad involuntaria pero que, el cuerpo lo sabe, en su momento no provocaba risa, sino temor y sobajamiento. Y si no lo creen, que le pregunten a Othón Cortez, quien, a 24 años de haber sido detenido y acusado en falso de ser el segundo tirador de Colosio, declara en el documental que todo eso le pasó a pesar de que había sido "un perro leal" del sistema.
1994 es, eso sí, una mezcla de todo lo anterior, con el mérito que hace creíble la inverosímil historia de un periodo con dos magnicidios, crisis económica, guerrilla, hermano presidencial en la cárcel, demonios sueltos y elecciones, dentro de lo que cabe, pacíficas.
Pero, sobre todo, y gracias a la precisa edición que se hace del recuento de los hechos que marcaron a México, intercalados con voces de protagonistas de esos acontecimientos, el documental de Osorno es un tapiz multifacético que, visto a 25 años, nos permite vislumbrar el milagro de que el país no se haya fracturado ante tanta cosa que nos pasó junta en aquel tiempo de intersexenios. O, dicho de otra manera, es una autopsia de 250 minutos de duración sobre los males de un sistema que no pudo sobrevivir ni con dos alternancias en la Presidencia de la República.
Porque, salvo Andrés Manuel López Obrador, en la serie aparecen todos los que nos trajeron de donde estábamos a donde estamos. Desde René Bejarano en protestas callejeras contra el avance del Ejército contra los zapatistas, hasta Diego Fernández de Cevallos con su ascenso sin caída, gracias a reacomodos sucesivos en la élite.
Al terminar de ver la serie uno cae en cuenta que 1994 no ha terminado. Hay tantas claves sobre aquel tiempo que no sabemos, que quizá nunca sepamos. Pero al contarlo tan bien, al revivir con toda su crudeza ese año en las pantallas que reproduzcan el documental, Osorno provocará que los mexicanos volvamos a formular la pregunta existencial: si el PRI se estaba muriendo, en medio de sangrientos estertores de magnicidios y guerrilla, de desgobierno y traiciones de los lobos de la política y el empresariado, si aquello ya no servía y en su bizarro derrumbe cargó con el patrimonio de tantos clasemedieros por el Efecto tequila, qué seguía para México luego de 1994, qué nuevo –y mejorado– sistema íbamos a darnos. Un cuarto de siglo después no hemos encontrado la respuesta.
Ahora, que si quieren más argumentos para debatir sobre 1994…, escuchen el podcast Nada que ver, disponible en asicomosuena.mx.