Una de las reglas de la política sugiere evitar –en lo posible–- que los adversarios se alineen en contra de uno. La candidata que ha logrado capturar la idea de que es la favorita del Presidente parece estar descuidando tal consejo.
El episodio Sansores vs. Monreal, que cuenta con la bendición de Claudia Sheinbaum, podría tener un saldo más allá de la perniciosa devaluación del umbral de lo que se vale y lo que se rechaza en la encarnizada pelea por la candidatura presidencial de Morena.
Permitir que Layda machaque con mensajes, que podrían ser producto del espionaje, al senador zacatecano, y que encima la campechana formule la amenaza de que tiene cientos más de esos materiales, orillaría a éste a buscar alternativas de supervivencia… e incluso de revancha.
Y conste que la animadversión del de Fresnillo con Claudia no surgió a partir de esta semana, pues hasta la ha acusado de tener, de tiempo atrás, un sistema de bots para atacarle.
Si a lo anterior se suma que al canciller Marcelo Ebrard parece estársele acabando el año sin que sus aspiraciones alcancen el ímpetu requerido para lograr moméntum, entonces a estos dos personajes se les prefigura un escenario de alianza… pero no sólo entre ellos, cosa que ya se había más o menos mencionado, sino con quien podría disputarle a la jefa de Gobierno la simpatía que más cuenta en esta batalla: la de Palacio Nacional. Sí, sumarse de alguna manera a la precandidatura de Adán Augusto López Hernández.
Fuentes bien informadas mencionan que una primera plática al respecto habría ocurrido el pasado 7 de octubre. Ese viernes los tres suspirantes habrían sostenido un intercambio tendiente a establecer una alianza de facto, una que no cancela necesariamente las aspiraciones de ninguno de los integrantes de esta especie de triunvirato.
El acuerdo sería de carácter provisional. Un triunvirato en lo que ocurre la decisión presidencial. Porque se da por descontado que ninguno de los tres renunciaría de momento a sus aspiraciones presidenciales. Es decir, la materia del entendimiento es otra: tienen en común que ellos pierden si la elegida es la jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
De hecho, incluso Monreal habría desechado una oferta del secretario de Gobernación, que sugirió perfilar a aquel como candidato a la CDMX si se decide ya a trabajar para la candidatura presidencial del titular de Bucareli.
El contexto de un acuerdo de esta naturaleza no pasa por alto el hecho de que Adán Augusto es el primo entre estos pares. Su febril activismo en las últimas semanas a favor de las Fuerzas Armadas –que en aviones de la Guardia Nacional es trasladado a sus visitas a Congresos estatales– y en contra de distintos gobiernos de oposición, ha vigorizado la figura del tabasqueño que hace campaña con el singular eslogan de que sería bueno que “siga López” porque la gente está “a gusto”.
Es sabido que no sería la primera vez en que distintos precandidatos traman un acuerdo en contra de uno de ellos. El referente más famoso es el Tucom (Todos unidos contra Madrazo), término que se volvió famoso cuando los priistas de principios de siglo trataron, sin éxito, de evitar que el entonces presidente del Revolucionario Institucional –el tabasqueño Roberto Madrazo– se agandallara la primera candidatura presidencial que no dependería de Los Pinos, pues por entonces gobernaba un panista, no un priista.
¿Marcelo, Ricardo y Adán Augusto unidos contra Claudia? ¿Un Tucoc donde adversarios se alían para, al evitar que gane alguien más, no cancelar las propias posibilidades? Todo a un año del destape.