La Feria

Más allá de Xóchitl, ¿listos para el combo?

Según la encuesta de El Financiero de ayer, entre junio y julio Xóchitl Gálvez creció 10 puntos en popularidad (de 24 a 34), contra 8 de Enrique de la Madrid

Cierto electorado está emocionado con Xóchitl Gálvez, y aunque la encuesta de ayer de El Financiero revela que ha subido en popularidad –y apenas es una medición inicial de su despegue–, también deja ver que no es la única que ha crecido, y sobre todo que no va tan bien dentro de la oposición.

El perfil escasamente partidista de Xóchitl le aporta ventajas entre un sector del electorado que no oculta su desencanto con el PAN, el PRD y, por supuesto, con el PRI. Pero su eventual candidatura no va a ser, ni de lejos, independiente o ciudadana. Para nada.

De forma que entusiasma a gente que aún debe aceptar a los partidos de la alianza. Y más que eso: debe entusiasmar a la gente de los partidos si no quiere ser un ejemplo de que habiendo generado gran ruido y expectación mediática, la hidalguense terminó por perder la interna.

Según la encuesta de El Financiero de ayer, entre junio y julio Gálvez creció 10 puntos en popularidad (de 24 a 34), contra ocho de Enrique de la Madrid (de 21 a 28), seis de Beatriz Paredes (19 a 25) y cuatro de Santiago Creel (23 a 27). Ahí se nota el efecto Xóchitl. Despegó, mas no es la única.

Además, en los careos de a quién prefiere como candidato de la alianza, el top 3 de julio es similar al de junio: ella y Santiago empatados y luego, habiéndose bajado Lilly Téllez, De la Madrid, hasta el mes pasado en cuarto.

El problema está cuando se revisa la preferencia dentro de los partidos: entre los panistas, Xóchitl tiene 36 por ciento de las preferencias, las mismas que Santiago.

Pero entre los priistas la película es más drástica. Los tricolores prefieren como candidata a Beatriz Paredes (47 por ciento), luego a Enrique de la Madrid (28 por ciento) y en un lejano tercer lugar están Gálvez y Creel, con 9 por ciento cada uno.

Aunque con un ingrediente ciudadano, la realidad es que la candidatura de la alianza opositora se va a tramitar dentro de los partidos, en todo el sentido de la frase.

En esa lógica, Xóchitl tiene un reto particular: ha de encontrar el qué y el cómo de los mensajes que necesitan escuchar panistas y priistas a fin de asumir como propia a esta política que ha hecho carrera sin militancia en ningún partido.

Va un ejemplo del martes. Gálvez declaró a Risco y Warkentin abiertamente ese día que apoya la interrupción del embarazo y la agenda LGBT. Lo manifestó sin duda y contundentemente.

El PAN, ese partido de derechas que en tiempos de Ebrard intentó abiertamente descarrilar el avance legislativo de los derechos en la Ciudad de México, ¿acepta tan claridosos posicionamientos de Gálvez?

Si Creel es menos contundente, así sea por estrategia, en esos temas quizá dé más tranquilidad a la militancia blanquiazul. Y, por ende, es probable que en la siguiente encuesta los apoyos de panistas se vuelquen hacia Santiago, abandonándola a ella porque la verían demasiado a la izquierda.

Y el caso del PRI no es cosa menor. Beatriz Paredes le lleva cinco tantos de ventaja entre los tricolores. ¿Cómo le va a hacer para conquistar a esos militantes que hoy prefieren por mucho a la tlaxcalteca o a De la Madrid?

El fenómeno Xóchitl es real, pero su anclaje dentro de los partidos es incipiente. Ella dedica mucho tiempo a atajar a AMLO y sus corifeos, y eso se le aplaude ruidosamente. Pero adentro de las estructuras que le podrían dar el triunfo todavía tiene mucha tarea por hacer.


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