Si en un momento las campañas se definen es al dejar atrás el arranque y sus tremores. En el caso mexicano, esta semana supone la entrada al segundo tercio, fase que podría marcar el derrotero de una campaña cerrada o una donde faltará competencia.
El run run de que una elección será competida se construye.
De ahí que sea lógica la insistencia lopezobradorista de que la distancia en las encuestas es prácticamente irremontable, sea esto por el poco tiempo que resta, o por la deficiente estrategia opositora en contraste con una candidata oficial arrolladora. Todo entre comillas.
Lo cierto es que Morena buscará exactamente lo contrario al camino que podría tomar la oposición (si ésta tuviera una estrategia parecida, cosa que todavía no es –a dos meses de la elección– muy evidente).
Morena querrá que toda la atención se centre en Claudia Sheinbaum.
Que las cuatro campañas de gubernatura –Veracruz, Puebla, Morelos y Chiapas– que recién arrancan, como antes con las cinco entidades que ya habían iniciado, queden detrás de la candidata presidencial, que no le hagan ruido, que no provoquen sobresaltos a la puntera.
De esa forma, Sheinbaum jugará a ser la máquina del ferrocarril, pues asumen que a ella los ataques opositores ya no le dañan porque ya los diluyó y que difícilmente le saldría uno nuevo a título personal. Por eso, la candidata presidencial arrastraría una votación en cascada.
En contraste, Xóchitl Gálvez carece de la fuerza suficiente como para plantearse ser la punta de lanza de la oposición. Tras el proceso interno opositor para elegir precandidatos se apagó su efecto ascendente y hoy su única posibilidad radica en que lo local le ayude.
Ese nudo regional será donde se tense, o no, la elección presidencial en el segundo tercio.
Claudia diciéndole al electorado véanme a mí, voten todo Morena en las boletas y ya ganamos; y Xóchitl –acaso– desnudando la imbatibilidad oficialista como un oropel que se cae, por ejemplo, con chiflidos a Rocío Nahle en La Parroquia.
Claudia, la metódica, la disciplinada, la que se ve bien como presidencial, se echa a cuesta a todos sus compañeros, y gana.
Xóchitl, la ocurrente pero inconstante, pudiera recortar distancia si hace que su adversaria lidie mediáticamente a diario con la cauda de disfuncionalidad de gobiernos morenistas e incluso de las campañas guindas.
El hartazgo ciudadano que provoca David Monreal, los disparates verbales de Rubén Rocha, la indolencia de Evelyn Salgado, el abandono en que tuvo a Morelos Cuauhtémoc Blanco son eslabones débiles de la supuesta fortaleza morenista.
Si la oposición insiste en desgastar a AMLO e incluso a Sheinbaum en vez de a personajes como los mencionados gobernadores, entre otros, desperdiciará el tiempo que le resta para activar rechazo electoral a la marca que patrocina a tan controvertidos mandatarios.
Para Sheinbaum, el principal aliado de su consolidada campaña es el tiempo. La candidata oficial buscará agotarlo sin que escándalo o negligencia gubernamental –del Presidente, de los gobernadores o de sus compañeros candidatos– empañe sus posibilidades.
En este mes podría además derrumbarse el mito de que la exjefa de Gobierno es vulnerable en los debates. El domingo próximo tendremos el primero de ellos. Xóchitl tiene un reto doble: vencer a Claudia y no terminar siendo un meme en el intento.
Al comenzar el segundo tercio el tiempo de corregir acabó. Ojalá que la violencia, que atenaza a los candidatos locales, no se vuelva el tema de esta nueva etapa de los comicios 2024, que por lo demás ha de marcar si habrá competencia cerrada o amplísima victoria. A saber.