Ahora que Claudia Sheinbaum recordó al general Lázaro Cárdenas, y sobre todo porque conversó con el presidente López Obrador sobre si volvería al gobierno, me vino a la memoria un pasaje de Julio Scherer García con presidentes.
En Vivir (Grijalbo 2012), el periodista narra un episodio sobre el acoso de Gustavo Díaz Ordaz en 1970 a Excélsior por su cobertura crítica.
“Decidí recurrir al general Lázaro Cárdenas y contarle cuanto me ocurría. El expresidente se expresaba con afecto de mi persona y no me sorprendió su buena disposición para conmigo. Una avioneta me trasladaría a Uruapan en compañía de un reportero y un fotógrafo (Francisco Cárdenas Cruz y Mario Aguilera) el domingo 7 de junio de 1970, cuatro meses antes de que el general falleciera. Di por sentado que el expresidente estaba al tanto de las agresiones orquestadas desde Los Pinos en contra nuestra”.
“El general me escuchó largo rato sin pronunciar palabra. Yo hablaba y gesticulaba para hacerme sentir ante su presencia inmóvil”.
“General –le dije–, hablo y hablo y usted no me dice palabra –ansioso, esperaba alguna respuesta”.
“Respondió que me había escuchado sin detenerme, no obstante la dureza con la que me había expresado del presidente Díaz Ordaz. Sabía qué me llevaba a él y con tal motivo me había pedido que acudiera a su encuentro acompañado de un reportero y un fotógrafo. El testimonio que apareciera en Excélsior daría cuenta de su solidaridad para el director del diario”.
“Manuel Becerra Acosta, el subdirector de sapiente intuición, llevó el encuentro a la primera plana del diario. Me miré a tres columnas con el general”.
“Ignoro de qué manera se tejen los hilos entre los personajes que crea la política. No sabía si don Lázaro se comunicó con don Gustavo o le hizo llegar algún mensaje o le bastó con la simple exhibición de nuestro encuentro”.
“Amainó el vendaval. El presidente Díaz Ordaz no tocaría mortalmente la casa de Reforma 18″.
El episodio admite múltiples lecturas. Una es sobre el cuidado de un expresidente con sus palabras. Es decir, sobre la importancia de lo que dice o deja de decir un mandatario de México, así haya dejado el cargo.
En términos prácticos Claudia Sheinbaum es presidenta de México. El pueblo la aclamó hace un mes. Faltan tres meses y trámites para su asunción, pero por una mayoría más contundente que la de Andrés Manuel será mandataria. Así que su voz ya no es sólo suya.
De ahí que llame la atención que Sheinbaum, quien tanto cuidó sus declaraciones en la campaña, que tan bien posicionó sus mensajes en los debates, que tan escrupulosa, en una palabra, ha sido con sus oraciones y discursos, hable de que AMLO vuelva al gobierno.
El miércoles pasado, en una rueda de prensa, Sheinbaum fue cuestionada sobre una revelación de López Obrador. Éste, famoso porque su pecho no es bodega, contó que aquella le había deslizado que si se plantearía volver si hubiera una situación como una guerra.
El reportero Arturo Páramo le preguntó el miércoles “cómo fue esa plática con el Presidente, de qué habló en realidad, hay alguna posibilidad de que de verdad el Presidente vuelva para integrarse de alguna manera al gobierno…”.
La candidata triunfadora contestó que ha estado leyendo de las tareas del general Cárdenas, como expresidente, en la cuenca del Balsas.
“Entonces, platicando le dije si se aburre de estar (jajaja) en Palenque le puedo encargar una de las cuencas, en una plática informal que teníamos, porque justamente yo estaba leyendo sobre la cuenca del río Balsas”.
“Recuerden que es uno de los proyectos que yo planteé. El plan Campeche y el plan de la cuenca del Balsas recuperarlo y que le iba a llamar el plan Lázaro Cárdenas. Fue una plática informal y se rio y me dijo ‘no no no, eso sí no, eso no te lo voy a aceptar’”.
“En algún otro momento también le dije ‘oiga, pero si hay algo así, terrible terrible en el país’, también en estas pláticas, dijo ‘no pues si es…’ y yo le dije ‘la patria es primero’, ‘sí, la patria es primero’”.
Sheinbaum agregó que ve esas pláticas como parte de “esta transición histórica que estamos teniendo”, pero puntualizó que “que no tienen nada que ver con esto de nuestros adversarios que dicen que López Obrador va a tener su teléfono rojo desde Palenque para darme instrucciones todos los días de lo que tengo que hacer”.
Desde el 2 de junio, y como bien sabía el general Cárdenas, cada cosa que Claudia Sheinbaum diga o deje de decir tiene alcances y lecturas mucho más allá de la relación profesional de 24 años que tiene con AMLO.
Porque ahora sí que, como antes declaró, ya no se pertenece. Sus palabras son de presidenta.