El martes el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, al reseñar una "denuncia de hechos" de Emilio Lozoya ante su dependencia, informó de presuntas conductas delictivas de altos exfuncionarios del sexenio pasado. Lógicamente, los nombres de Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray, expresidente y exsecretario de Hacienda, mencionados en una investigación, se robaron toda la atención. Pero el titular de la FGR también habló de que el exdirector de Pemex mencionó una obra a la que se le "dieron una serie de privilegios de los insumos en los que el gobierno federal tuvo pérdidas graves".
Esa obra, dijo Gertz Manero, fue Etileno XXI, una planta ubicada en la zona de Coatzacoalcos en la que son socios Braskem (filial de Odebrecht) e Idesa, empresa mexicana.
Tras lo dicho por el fiscal, el presidente Andrés Manuel López Obrador opina que todos los mencionados deberían declarar. Si tal afirmación se llevara al extremo, no sólo Felipe Calderón tendría que acudir a explicar los porqués de las facilidades para esa inversión. Además del exmandatario deberían ser llamados a rendir cuentas Agustín Carstens, Georgina Kessel, Patricia Flores, José Antonio Meade y Jordy Herrera, entre otros.
Porque como lo dijo Gertz basado en lo presuntamente declarado por Lozoya, "también hubo una serie de beneficios de carácter económico a favor de esa empresa" que han hecho cuestionarse si se privilegió el interés nacional o lo que primó fue el beneficio de una entidad privada en la que participa la corruptora Odebrecht.
Etileno XXI, un negocio calculado en 2 mil 500 millones de dólares al año, funciona con base en una premisa: que Petróleos Mexicanos le proporcione, en condiciones preferenciales, el etano que requiere.
Esas condiciones preferenciales son un precio por debajo del mercado –se dice que el descuento es de 29 por ciento– y la obligación de Pemex de surtirle 66 mil barriles diarios de etano a partir de su producción o comprándolo a un tercero. Así durante 20 años.
La planta comenzó a producir en 2016. Y tan sólo en ese año las pérdidas incurridas por Pemex para cumplir el contrato (leonino, diría el presidente López Obrador) fueron de mil 935 millones de pesos, de acuerdo con un dictamen de la Auditoría Superior de la Federación, que recomendó cambiar los términos de la negociación.
Las condiciones del contrato fueron pactadas, con aspectos referentes al precio preferencial no revelados a la opinión pública, en febrero de 2010 por Felipe Calderón. Y esos términos quedaron renovados al mero inicio del sexenio anterior por el presidente Peña Nieto. Para conocer más al respecto, leer a Raúl Olmos https://contralacorrupcion.mx/subsidia-pemex-odebrecht/
Gente con conocimiento de esa operación asegura que durante 2009 se instalaron mesas de trabajo para concretar la realización de Etileno XXI. En Los Pinos, Patricia Flores operó el asunto. Mesas parecidas hubo en Hacienda –eran tiempos de Carstens– y en Energía –con Kessel al frente, luego sustituida por José Antonio Meade y éste por Jordy Herrera.
Así que si realmente se quiere saber por qué se pactaron tales condiciones preferenciales habría que empezar, como dicen los clásicos, por el principio: la influyente Patricia Flores y los ya mencionados.
Enseguida habría que retomar cómo en el consejo de administración de Pemex fue todo un tema el rechazo en ese órgano a los términos en que se beneficiaba a Etileno XXI en detrimento de la petrolera. Para que esos reclamos no prosperaran fue clave Pepe Meade, según se lee en el reportaje de Sebastián Barragán, de Aristegui Noticias, y quien consiguió actas de esa sesión: https://aristeguinoticias.com/0306/mexico/meade-permitio-quebranto-en-pemex-por-proyecto-de-odebrecht-pese-a-advertencias/
Y, por supuesto, revisar los tiempos del peñismo, cuando no se modificó nada de lo pactado e incluso se desestimaron recomendaciones de la ASF.
No hay que ser sospechosistas para dudar de Braskem, dueña de 75 por ciento de Etileno XXI. ¿Pudo esa empresa haber incurrido en lo que su matriz hacía para aceitar los negocios: en dar millonarios sobornos?
Porque tanta gente tan inteligente como la mencionada tuvo que tener algún motivo de fuerza mayor para no ver que Pemex perdía de todas todas con un contrato así. ¿Por qué sería que tanto favoritismo no les hizo ruido en dos administraciones? Igual y el fiscal Gertz Manero lo averigua.