En diciembre pasado, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, hubo una mesa de debate a la que fui invitado. Participamos Mara Robles, Jesús Ramírez, Leonardo Curzio, Hernán Gómez y un servidor. Se habló de las mañaneras, de periodismo, del gobierno, de la crítica. Mara condujo con habilidad y firmeza la discusión y al final, creo, todo mundo salió ganando, y nadie salió perdiendo.
Fue así porque Jesús Ramírez dijo lo que a su parecer era necesario para defender políticas y estrategias gubernamentales, Hernán le secundó en algunas cosas, pero también aportó su punto de vista, mientras Curzio y yo formulamos cuestionamientos sobre lo que hace el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador en materia de comunicación. Discusión franca y nada de golpes bajos.
Al final, los participantes de la mesa, junto con Carlos Puig, nos fuimos a fumar un cigarro; tras varios minutos nos despedimos; si mal no recuerdo en Guadalajara andaba Joaquín Sabina o Serrat, o ambos, ya ven que ahora uno se confunde sobre cuál es cuál de esos cantantes, y Ramírez se fue al concierto y los demás a alguno de los tantos convivios que cada noche se hacen en la FIL.
Hago toda esta introducción para hablar del señalamiento, el viernes pasado en la mañanera del presidente López Obrador, realizado por el mandatario y por su vocero donde presentaron una supuesta investigación (¿?) que arrojaba la revelación (¿?) de que organizaciones de la sociedad civil mexicana, y un medio de comunicación, reciben fondos de organismos extranjeros para, acusaron falsamente el titular del Ejecutivo y su director de comunicación social, criticar el Tren Maya.
No soy vocero de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, y la presidenta de mi organización ya sacó un pronunciamiento al respecto. Pero en mi calidad de colaborador de MCCI, de periodista y de opinador me parece importante no dejar sin comentario la falsa acusación de Ramírez y su jefe. Así como aventurar una hipótesis sobre las razones por las cuales Jesús Ramírez, en vez de invitarnos a debatir en la mañanera, disparó cosas sin fundamento.
Aclarando paradas. Primero. El gobierno de la República no necesita mandar hacer o retomar investigación alguna sobre los dineros que reciben las ONG o incluso medios de comunicación de fondeadores internacionales. No necesita porque todo eso se reporta a Hacienda. Así que para qué tanto sospechosismo si el gobierno sabe todo eso y casi en tiempo real. Y, segundo, lo sabe porque son fondos y apoyos sujetos a normatividad dado que son, pues sí, legales y legítimos.
Tercero. Lo dudo en otros casos de varias de las organizaciones mencionadas, pero lo sé en el de MCCI: no recibimos dinero "para criticar al Tren Maya". Así no funcionan las cosas en el mundo de los que no trabajamos con los recursos que salen de bolsas con dinero en efectivo de parte de operadores de gobernadores. En MCCI realizamos reportajes e investigaciones sobre ilegalidad y corrupción de entes públicos y privados. Si en el Tren Maya llegara a configurarse alguna de esas conductas, seguramente acabará habiendo una investigación al respecto, pero de ninguna manera a priori "recibimos fondos" para criticar esa obra. Paren de inventar.
¿El Jesús Ramírez que debatió en la FIL de diciembre es el mismo que lanza infundios en la mañanera sin ofrecernos, a los aludidos, derecho de réplica en tiempo real? Sí. En el caso de hace un año, él quiso ganar legitimidad en un foro plural, toda una rareza para este gobierno. Pero en el caso del viernes pasado, Jesús Ramírez hizo lo que parece disfrutar más: denostar a sabiendas de que es desproporcionada la gran capacidad del gobierno para generar daño reputacional frente a los recursos de las organizaciones para defenderse mediáticamente.
Así que lo de la FIL fue, hoy lo veo, un divertimento para él. Se dio el lujo de hablar en la misma mesa con periodistas no paleros. Se dio el lujo de sentir lo que es un ejercicio democrático, así fuera por una hora. Porque parece que no le alcanza para más. Porque el Jesús Ramírez del viernes pasado es el real: uno al que no le importa difundir falsedades utilizando todos los recursos gubernamentales, que no son pocos, que tiene a su disposición. ¿Eso será legal?
López Obrador y Ramírez hacen tremenda mancuerna: no sabemos quién le da cuerda a quién en las mañaneras cuando se proponen acosar a medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil, entidades que simplemente ejercen derechos y libertades.
Lo del viernes pasado es un abuso de poder. Ramírez no podría probar sus dichos de ese día en una mesa de debate de profesionales como el de la FIL, por eso prefiere el descontón en cadena nacional. Cada quién sus recursos.