El Presidente de la República, fuente de casi toda información más o menos oficial –y de mucha, pero mucha, no verificable– ayer dio más detalles de los pagadores de impuestos a los que, supongo que es la manera correcta de ponerlo, les ha hecho manita de puerco para que se olviden de reclamos legales y apoquinen al fisco cantidades multimillonarias.
Hasta el martes sabíamos, por boca de Andrés Manuel López Obrador, que Walmart México, Femsa y algunas empresas de Carlos Slim, habían pagado supuestas deudas con el Servicio de Administración Tributaria. Las primeras dos por montos prácticamente idénticos: más de 8 mil millones de pesos.
Ayer, López Obrador reveló que Walmart ya pagó y que Femsa lo hará en tres mensualidades. El Presidente agregó que IBM y Toyota están "en lo mismo", en pagar.
Recordemos que el 8 de abril, AMLO dijo en la mañanera que 15 empresas le debían 50 mil millones de pesos al SAT.
Este martes, el mandatario apuntó que de ese volumen de presuntos adeudos, "se tienen ya acuerdos por 25 mil millones, o sea, lo que está pagado y lo que está por pagarse ya, pero comprometido, pero sigue recaudándose más. Por eso, muchas gracias a las empresas por su apoyo".
Nada mal. El gobierno obtiene recursos en un momento crítico para la economía, y de retos en lo sanitario, retos que demandan dinero para equipamiento de personal e instalaciones.
Sin embargo, como se dijo ayer en este espacio, la duda es si se está logrando "por las buenas" que esas empresas paguen. Y lo pernicioso de que se instale la idea de que los consorcios debían pero no pagaban nomás por sus pistolas, y que no fue sino hasta que llegó alguien con más fuerza que ocurrió el milagro de que empresas acostumbradas a ventajas indebidas, cumplieran lo que debemos hacer todos. Mientras las empresas no expliquen por qué debían y por qué pagaron, pues de todas todas gana AMLO.
Ahora bien, en la mañanera de ayer el Presidente abrió un nuevo frente. En el mismo segmento que dedicó a agradecer a las empresas que ya están pagando, apuntó que "hay unas empresas canadienses mineras que no están al corriente, quieren ir a tribunales internacionales; entonces, aprovecho para mandarle un mensaje respetuoso al embajador de Estados Unidos… digo, de Canadá, que nos ayude a convencerlos de que para qué vamos a tribunales, que es muy claro que tienen esas deudas con el SAT y que ojalá y nos ayuden a convencerlos".
De nuevo. Nadie en su sano juicio metería la mano por mineras canadienses, que han cosechado bastantes y variados cuestionamientos por su actuar en nuestro país. Sin embargo, pedirle a un actor extranjero que abandone la ruta legal y simplemente pague, abre un gran tema: si el Presidente logra imponer su, digamos, modus operandi, ¿qué van a hacer en el extranjero cuando una empresa demande en tribunales foráneos lo que considere que son sus derechos? Obvio: aplicarle la reciprocidad, es decir, la ley del Talión. Nada de tribunales ni leyes, si AMLO fuerza pagos a los nuestros, allende nuestras fronteras nos aplicarán la misma receta. Suena padre, ¿no?
Dos apuntes más. Todo eso del Talión sería en casos aislados y eventualmente no tan graves a nivel país, pero el verdadero riesgo llegará cuando le llenemos de piedritas el buche a las grandes potencias mundiales por cambiarles de un día para otro las reglas en inversiones, por cancelar contratos a sus intereses o al imponer el punto de vista del gobierno –que se dice juarista– por la fuerza y no por el derecho. De esa forma, lo que López Obrador conseguirá es que, más pronto que tarde, México sea el apestado en círculos internacionales, donde no aguantan que se les vea la cara así nomás porque sí.
Y finalmente, hay un mensaje en lo interno. Andrés Manuel está diciendo: yo tengo la razón, no acudas a otra instancia. "Para qué vamos a tribunales, que es muy claro que tienen esas deudas con el SAT", si así le dice a Ottawa, ¿por qué no diría lo mismo a los de Monterrey?