¿Cuánto falta para que en Palacio Nacional, bajo el letrero que dice 'Conferencia de Prensa', haya bailables folclóricos y una dinámica tipo Don Francisco o, mexicanizada, tipo programa de concursos al estilo Chabelo?
La pregunta es en serio. Si ya en las mañaneras hay personas disfrazadas de periodistas, si ya hay aplausos a la primera provocación, qué tan lejos estamos de ver a este gobierno convertirse en un show tipo Siempre en Domingo. ¿Aún hay más?
El titular del Poder Ejecutivo Federal ha decidido que así como la economía no es algo que deban manejar los economistas –cosa en la que podríamos estar parcialmente de acuerdo–, el país debe gobernarse desde una predecible pantalla en la que se presentan gráficos con datos a modo, videos de beneficiarios agradecidos por los apoyos sociales, insulsos reportes del quién es quién en Hostotipaquillo y, cómo no, mensajes de secretarios de Estado (es un decir) vanagloriándose de supuestos avances en las grandes obras y los titánicos encargos que el "señor presidente", como le llaman, les ha encomendado. Aplausos y risas (no grabadas, hasta eso) de quienes en esos montajes se ostentan como reporteros, pero que en realidad son público que se alquila para festejar los gags del poder sexenal.
Andrés Manuel López Obrador ha diseñado una barra programática de TV. Llamémosle TV-AMLO. Es catchy (aunque no es original, ya en Facebook hay una página con ese nombre, pero está medio en desuso). ¿Quién sería el productor de los shows de TV-AMLO? Quién más: Andrés Manuel López Obrador, presidente de los Estados Unidos Mexicanos, convertido en realizador de montajes televisivos. Vamos al aire.
TV-AMLO tiene, sin duda, capacidad de convocatoria. Cada día llena de funcionarios el plató, como llaman al set en otras latitudes. Tantas y tan altas personalidades (es un decir) gubernamentales serían la envidia de cualquier cadena nacional o internacional. Y bien disciplinados: del camerino al foro a cumplir con las instrucciones del productor. Qué nos irá a decir, dios mío, tan importante gente, podría pensar algún despistado televidente.
Nada, o muy poco, serían las respuestas correctas. Y ello a pesar de que diario y durante tres horas se hablará de política social y de iniciativas de la Secretaría del Trabajo (programa de 5 a 6 de la tarde), de apoyos de Economía y el IMSS para la pandemia (la barra de las 6 a las 7pm), y de las estadísticas de contagios y decesos en la estrategia sanitaria contra Covid-19.
Nada o muy poco, porque el productor en jefe de TV-AMLO, que encabeza la producción estelar "La Mañanera", no cumple su palabra. Prometió ruedas de prensa, pero fomenta todo menos un encuentro entre periodistas profesionales y sus funcionarios. Porque no hay truco: a este realizador lo que le gustan son los sketches controlados, apegados al guion, sin sorpresas, sin creatividad, sin contraste, sin ingenio, sin cuestionamientos incómodos, sin chiste, pues.
¿Cómo van a ser ruedas de prensa lo que vemos si en el amlismo a la prensa crítica se le acosa todos los días y en los hechos se le ha ido marginando de Palacio? Aunque justo es reconocer que salvo el letrero que las anuncia como conferencias de prensa, la verdad es que nadie se va a enojar si el Presidente y productor de esos montajes decide que lo mejor que tiene que hacer su equipo es ir a la casa presidencial a usar los micrófonos. Nadie se va a enojar, insisto, si quiere hacer sus shows, pero que no piense que con eso se garantizará que este gobierno será escuchado en los pueblos y ciudades de México. Así no funciona la cosa, diría Clavillazo. Ni antes ni en los tiempos de Internet.
No hay garantía de que la información gubernamental llegue a la sociedad porque el formato de esos shows es bastante malón, porque ellos parten de que saben qué quiere escuchar el público (de ahí su desprecio por las preguntas), y porque –ya lo había dicho antes– no le hablan al ciudadano: usan el micro para hablar de lo que le gustaría a su jefe y productor.
Seguro el creador del show está feliz con su invento. Que mañana venga zutano y hable de esto. Y ocurre. Que pasado le toque a mengana y diga lo otro. Y sucede. Que nos vean a toda hora. Que nos oigan sí o sí. Que quede claro que el mensaje es nuestro, y el medio también.
Entonces, ¿todos esos montajes qué comunican? Muy poco. Aunque, eso sí, algo muy revelador. Nos comunican una realidad: este gobierno está encantado con escucharse sólo a sí mismo. Tanto que ahora programan más y más de lo mismo. De eso va el show. AMLO's show