Cerraron el parque. En el Luis Cabrera, en la colonia Roma, de repente el lunes aparecieron cintas amarillas en los accesos de ese parque. Cerraron tal plaza por la contingencia debida al Covid-19 y sólo puedo pensar en una persona, de la tercera edad, que ni conozco ni creo que le caiga yo simpático.
Soy nuevo en esta colonia. Así que el Luis Cabrera, en la zona media de la Roma, apenas si aplica como 'mi' parque. Si no fuera porque La Flaca ha de salir a ejercitarse un par de veces al día, quizá ni siquiera me hubiera fijado demasiado en esa plaza, que no tiene ni el gran arbolado del México en la Hipódromo Condesa, ni el trazo del Lincoln en Polanco, vaya, ni los edificios y monumento significativos de la vecina plaza Río de Janeiro.
Pero es el parque más cercano a mi nueva casa. Y la fuente no está mal. Además, tiene una cosa que es una rareza en la sucia Roma (sucia porque así la tienen los vecinos y las nulas autoridades de la alcaldía Cuauhtémoc): hay ahí algunos botes de basura, toda una noticia en una colonia que tiene quizá una de las más altas tasas de perros con correa, y al mismo tiempo casi una ausencia total de lugares donde dejar algo de basura.
Desde la semana pasada, los que cobran dizque para gobernar la alcaldía Cuauhtémoc hicieron saber que cerrarían plazas y parques. Dicen que así evitarán la concentración de personas en esos lugares, cosa que, ya se sabe, va en contra del objetivo de que nos aislemos para evitar contagios.
Está bien. Si se trata de cuidar a la gente, incluso de cuidarla de sí misma, no es mala idea que cierren espacios públicos. Porque la verdad no hacemos caso. En el Luis Cabrera no pocas veces en estos días había grupos de gente conviviendo como si nada.
Porque una cosa es lo que dice la Organización Mundial de la Salud, de que es seguro salir a pasear, pero advierte que "si sale a un parque o a un espacio público abierto para caminar, correr o hacer ejercicio, respete siempre el distanciamiento físico y lávese las manos con agua y jabón, antes de salir, cuando llegue a su destino y en cuanto vuelva a casa. Si no puede lavarse las manos con agua y jabón, utilice un desinfectante de manos a base de alcohol. Respete las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias locales sobre el número de personas que pueden ir juntas y/o sobre el uso de espacios públicos al aire libre destinados al juego o al ejercicio físico".
Y otra cosa es lo que hacemos en la Roma, donde no respetamos del todo las restricciones impuestas. Quizá porque en esta colonia, como en muchos lados del país, somos 'en bolita'. O en grupo o nada, parece ser una estrofa perdida del Himno Nacional.
El problema de que cierren el parque no soy yo, ni siquiera es un tema para La Flaca, que se irá con sus cuatro patas a caminar por otras calles.
Creo que hay dos problemas con el cierre. Uno es que ahí, dos veces al día, caminaba a buen paso una señora de avanzada edad. Era su rutina de ejercicio, según pude advertir. Y odiaba, o al menos miraba con odio, a los perros que se le atravesaban en sus vueltas al Luis Cabrera. Y a sus dueños: o sea, a La Flaca y a mí. A dónde se irá a caminar ahora esa señora. ¿A las desastrosas banquetas de la Roma, que son un peligro de pestilente suciedad y hoyos y desniveles que nadie nunca corregirá?
Eso es lo que me preocupa de que cierren el parque. Eso y que la clausura es una señal clara de que lo peor se avecina. El cierre del parque como símbolo de que la etapa más dura está por llegar. El parque es lo de menos. Que falten menos horas para ver tanto sufrimiento es lo que empieza a ser desquiciante.
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