El proceso de vacunación en México contra el Covid-19 puede ser descrito con algunas mexicanísimas frases.
Por ejemplo, si un marciano viniera y nos preguntara: "¿Hay aplicación de vacunas para conjurar la pandemia?", podríamos contestar: "Sí, pero no"; o si cuestionara: "¿Es que van mal?". "Ni muy muy, ni tan tan". "¿Pero hay vacunas o no?". "En veces sí, en veces no". "No entiendo". "Mire, güerito, cómo le explico", etcétera.
Muchas veces nuestro país cae en la ilusión de algún espejismo. Estos días uno de ellos se llama Campo Marte, o Ciudad de México para ser más justos.
Ocurre que la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum se ha impuesto a las autoridades de salud –es un decir, todos sabemos que no hay secretario ni subsecretario dignos de ese nombre– para garantizar que la capital de la República reciba una buena parte de los raquíticos lotes de vacunas que han llegado.
Claro que la gobernante tiene un argumento muy poderoso para esa demanda: la Ciudad de México ha sido la zona más azotada por la pandemia. Sin embargo, si Sheinbaum no fuera morenista, quién sabe cuán efectivas serían sus gestiones. Haiga sido como haiga sido, dice el clásico, qué bueno que sean exitosas las peticiones de la jefa, y sobre todo qué requetebueno, para seguir con lo coloquial, que las autoridades de la CDMX por ella encabezadas hayan demostrado que se pueden aplicar vacunas, sin que el proceso se convierta en un aquelarre donde los viejos pagan la peor parte con maratónicas filas bajo el sol, la lluvia o padeciendo frío.
Pero, precisamente, el éxito de Sheinbaum impide ver el caos que hay más allá de Azcapotzalco, es decir, en todo el país.
La funcional logísitica implementada por Sheinbaum tiene el mérito, reportado profusamente, de que en territorio chilango los burócratas de Gabriel García Hernández, esos del chalequito guinda que tratan de piratearse el mote de José María Morelos, no se meten y, al quedar marginados, permiten que el proceso sea fluido y los viejos padezcan prácticamente nada: hubo un par de días de aprendizajes hace unas semanas cuando inició la vacunación en la CDMX, pero tal cosa es totalmente un asunto del pasado.
Sin embargo, los chicharrones de García Hernández complican todo en otras entidades, donde los gobiernos de los estados son peluseados. De forma que si se miran con cuidado las secciones de estados de la prensa capitalina, o los portales de algunos medios regionales importantes, la norma es encontrar quejas porque las vacunas no alcanzaron, las filas fueron extenuantes, los sistemas inexistentes, los médicos siguen sin inmunización...
Muchas de esas informaciones no alcanzan espacios en las coberturas estelares de los llamados medios nacionales, pues éstos tienen sus resortes conectados al centralismo que se regocija de lo bien que va el ex Distrito Federal. He ahí el espejismo perfecto: al no ser la capital un caos, nos desentendemos de otras regiones.
Cabría acotar brevemente una cosa. ¿Va realmente bien el ex-DF? Si usted vive en Coyoacán, Álvaro Obregón, GAM o Iztapalapa igual no se siente inclinado a responder que claro que vamos bien, o a manifestar su gusto porque "ya nos están vacunando", dado que su caso es igualito al de alguien, digamos, de Zapopan, Jalisco: los adultos mayores de esas alcaldías, o de medio país, no tiene idea de cuándo les tocará.
Así que, ¿cómo va la vacunación? "Sabe", contestarían en mi tierra. Porque sin datos públicos sobre a quién se ha vacunado, sin respetar el gobierno federal la prelación, decidiendo discrecionalmente a dónde van lotes, sí nos perjudican, no nos benefician, sino todo lo contrario.