La Feria

Dinero: el peñismo al desnudo

Despilfarro y corrupción, o sea, dinero en malos pasos, son las sombras que se posan sobre el peñismo.

Con Enrique Peña Nieto hubo dinero antes de la candidatura, o quizá sea más correcto frasearlo así: hubo candidatura porque hubo dinero.

La detención de Rosario Robles pone en el centro del debate un sistema de ejercicio del poder marcado por el dinero.

Porque con EPN el ruido del dinero fue notable antes de llegar a Los Pinos –su megacampaña para posicionar a un gobernador como personaje mediático nacional es ya un clásico–, y lo es una vez terminado ese sexenio.

Hoy los escándalos ligados al peñismo son la constante: hemos ido del juicio a Emilio Lozoya a los fondos de Juan Collado y Alfredo del Mazo descubiertos en Andorra, pasando por el encarcelamiento de Rosario Robles, hasta ahora por haber descuidado el uso del dinero público.

Despilfarro y corrupción, o sea, dinero en malos pasos, son las sombras que se posan sobre el peñismo.

Ahora un juez quiere saber si Rosario Robles le informó a su jefe sobre los fondos que se perdieron en la Estafa Maestra.

Se entiende que el juez quiera explorar a dónde llevan los tramos de responsabilidad oficial por los miles de millones de pesos dispendiados en contratos a universidades, pero si supo o no Peña Nieto es una cuestión que suena ociosa a una opinión pública que aprendió que para el peñismo el dinero no era problema: en medios y campañas gastaron 60 mil millones; las obras prototípicas desbordaron el Presupuesto y, por si fuera poco, no se terminaron (ni la línea 3 del tren ligero tapatío ni el tren de Toluca), se gastaba de más en hospitales que eran la pura fachada, se toleraban los derroches de los Duarte, de Borge, de Medina; se instalaron los 'moches' como forma de aceitar las bancadas del Congreso y de capturar a alcaldes… ¿hacen falta más ejemplos?

El dinero se desbordó en el sexenio pasado y a Enrique Peña Nieto no lo desveló lo que ocurría, por ejemplo, en Veracruz, Chihuahua o Nuevo León.

Concedamos viabilidad a la hipótesis de que el presidente Peña Nieto no supo en tiempo real del desvío de la Estafa Maestra. ¿Qué habría sido distinto si Peña Nieto hubiera sido informado a posteriori?

Su voluntad de no proceder quedó evidenciada por su reticencia a tener procurador durante su último año. Vacante decía la silla principal de la PGR.

Y en otro hecho: A gobernadores que buscaban investigar a sus antecesores priistas se les escamoteó información: la Unidad de Inteligencia Financiera no respondía si era Nuevo León el estado que pedía datos sobre el priismo derrotado en aquella entidad.

Un último ejemplo: Javier Duarte ya nos contó mediante un video que su entrega fue pactada. Hay que repetirlo: no sólo su huida del gobierno fue negociada, también su captura fue parte de un acuerdo. ¿Y qué tenía Duarte para negociar desde su escondite guatemalteco? Información sobre dinero es una respuesta obvia, pero no la única: dinero que entregó al encargado de despacho de la PGR es la otra, según dijo el propio veracruzano.

Desde el martes todo el mundo se pregunta, a partir de la duda del juez que encarceló a Rosario Robles, si Peña Nieto fue informado de los desvíos de la Estafa Maestra.

Si supo, Peña Nieto nada hizo para que se aclararan y castigaran esos desvíos.

Si no supo, es de los pocos mexicanos que no se enteró que el tema fue parte de la campaña 2018, tiempo en que pudo haber hecho algo por limpiar su nombre de esa omisión y así salvarse de quedar en ridículo como alguien que, habiendo dominado desde sus tiempos de gobernador el tema del dinero, de repente se les escaparon los detalles de tan cuantiosos fondos. Imperdonable para alguien del grupo Atlacomulco.

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