La Feria

El Barrio está de vuelta

Una apuesta nada nueva en esta colonia, como en tantas otras de México, donde abarrotes, changarros de diversos giros y hasta tianguis permanecieron.

Al entrar a El Péndulo de Álvaro Obregón te piden tu nombre y que contestes preguntas sobre síntomas de Covid o conocidos enfermos de ese mal. La zona de libros –si te pones gel, no hay dentro diez personas y guardas tu distancia– está lista para recibirte; la de restaurante abre hoy miércoles. Porque el Barrio está de vuelta.

La verdad de las cosas es que la Roma nunca cerró del todo durante estos aciagos meses del inicio de la pandemia por Covid-19. En la misma avenida Álvaro Obregón, por ejemplo, están esas tres tlapalerías contiguas que siempre tuvieron la cortina arriba. O los tacos que llevan el nombre del general sonorense, que, con servicio para llevar, así fuera para llevar al auto estacionado enfrentito de la taquería, instalaron cada noche el trompo de pastor.

Pero ayer, en el ambiente de la Roma se advertía algo muy distinto a lo que ocurría en los últimos meses. Una efervescencia parecida a la ilusión. Un trajín que anuncia la reapertura de lugares que hacen de la colonia un gran destino gastronómico o bohemio.

Sobre la calle de Colima, el Campo Baja recibía ayer pescados y carnes, el Meroma ya medio abrió con servicio para llevar, el Rosetta ya alistaba mesas y sillas con sana distancia, y el Blanco Colima (el menos recomendable de muchos de la zona) hasta meseros uniformados tenía.

En Orizaba, el billar Lucille estaba lleno de trabajadores remozando ese local, otros en la casa de té Caravanserai ensayaban los protocolos de atención que habrá que tener para no acercarse demasiado a la clientela; en contraesquina, empleados del Limantour ponían a punto la barra y unos metros más al norte, junto al Pardo, que ayer tenía huachinangos de frescos ojos saltones, conté 69 personas haciendo fila para aprovechar el remate de libros de A Través del Espejo, el establecimiento que no sobrevivirá a los primeros meses del encierro.

Todo eso pasa en la Roma. Todo eso y lo más importante también: un día antes se daba a conocer que la Roma sur, es decir, el fragmento del barrio que llega hasta la calle de Coahuila, es una de las colonias de la capital con más contagiados de Covid-19. La terrible realidad a la vuelta de la esquina.

Porque la ilusión de la apertura es eso. Una apuesta a que suceda lo mejor sin que nos pase lo peor. Una apuesta, insisto, nada nueva en esta colonia, como en tantas otras de México, donde abarrotes, changarros de diversos giros (incluyendo estéticas) y hasta tianguis permanecieron.

Locales que ayudaron a resistir la primera parte de estos malos tiempos fueron la heroica cafetería del Rosetta, las hamburguesas de Colima y Morelia, los tacos de guisado y las quesadillas, diurnas o nocturnas, de afuera del Sumesa, y los tlacloyos de Córdoba y Obregón. Y también están los que resistieron en el modelo comida para llevar: las hamburguesas Butcher and Sons, la pizzería Félix, el asiático Mog Bistro y los helados Cometa.

Las tiendas de bicicletas ya tienen modelos nuevos en las vitrinas, el Forever está listo con su menú que yo llamaría sicodélico, el Casa Franca y el Belmondo pusieron las mesas a punto, y hasta en el parque se respiraba un ambiente más animado frente a una adversidad que está muy lejos de irse. Tan lejos que tiene a media colonia asolada con contagios.

¿Qué pasará en unas cuantas semanas? Quizá toque cerrar y encerrarse de nuevo. Pero ayer la apuesta es a que el destino sea benévolo. La Roma, el Barrio, está de vuelta.

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