La Feria

El miedo de Alberto Cortez

Alberto Cortez hablaba hace ocho años del miedo al poder que tenían entonces los criminales en México, escribe Salvador Camarena.

En julio de 2011, en un confuso incidente que involucraba a narcotraficantes, fue asesinado en Guatemala Facundo Cabral, el cantante argentino que alternaba coplas y arengas.

La muerte violenta de ese trovador, que era más famoso fuera de la Argentina que en su propio país, sacudió a su amigo Alberto Cortez, fallecido ayer en España.

Ambos cantantes hicieron un par de giras al alimón, la primera más exitosa que la segunda, como reconocía no sin humor el propio autor de la canción "Cuando un amigo se va". Esos recitales se llamaron Lo Cortez no quita lo Cabral.

Cuando mataron a Cabral, Alberto Cortez habló para W Radio en un programa que por entonces yo conducía. Y se lamentaba de que su amigo, "un tipo limpio en todos los sentidos", cayera víctima de la guerra no reconocida que abrasaba América Latina: la guerra contra el narcotráfico.

En esa entrevista, Alberto Cortez citó unas líneas que había escrito para su amigo acribillado:

"Yo escribí una pequeña semblanza que dice así:

'La bala de hielo te segó la voz

y la violencia sicaria se frotó las manos de matar

tu sangre derramada en la tierra lejana

germina en el asombro de la sinrazón.

Desata una tormenta de crespones negros,

de rabia sin consuelos,

de condena sin destino,

de amargura sin techo y sin refugios.

Dolor hasta los tuétanos, dolor hasta el meollo del dolor por entero sin fisuras.

Maldita sea la bala de hielo que segó tu voz, nos dejó ciegos'".

De ahí, la conversación aquella noche con el cantautor fallecido ayer se fue a una confesión. Alberto Cortez narró para W Radio cuál era el mayor miedo que le provocaba nuestro país.

"(El narcotráfico) es una lápida que tenemos las personas que amamos México y que vivimos en México.

"Yo he estado cantando en Ciudad Juárez y de verdad créame que no le tenía miedo a la calle (cabe recordar que en aquellos años se hablaba de esa población como una de las más peligrosas del mundo); le tenía miedo a la puerta del hotel, a que vinieran a tocarme a la puerta a las 4 de la mañana para que le fuera a cantar a un capo mafioso. Y ese es el terror que existe entre los artistas, sobre todo los que disfrutamos cierta fama".

Esta semana me propuse no dedicar esta columna tema alguno que Andrés Manuel López Obrador pusiera en la agenda. Fue mi intento por llamar la atención sobre problemas acuciantes que luego son desplazados de la agenda por las polémicas que suscita, y según ha confesado incluso disfruta, el presidente un día sí y otro también.

Ayer toqué el tema de la violencia e inseguridad en Guanajuato. Cualquier cosa que mi texto haya destacado palideció ante el despliegue de poderío que en ese lugar hicieron unos criminales al ejecutar un asalto multimillonario en el aeropuerto internacional, ubicado en Silao, noticia que se supo ayer.

Alberto Cortez hablaba hace ocho años del miedo al poder que tenían entonces los criminales en México. Ayer murió el argentino, que por tantas canciones será recordado. Pero al saber de su fallecimiento yo no podía quitarme de la cabeza que México no está menos peor de lo que estaba cuando el cantante de "Callejero" temía que una mano poderosa lo sacara del cuarto a las cuatro de la mañana.

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