La nueva cantaleta del subsecretario Hugo López-Gatell es descalificar a los políticos que le critican llamándolos "minoritarios". Es curioso: ¿alguien recuerda las hazañas proselitistas del hoy vocero de la pandemia en las tres campañas electorales de López Obrador? Minoría, dice quien fue funcionario con Felipe Calderón, con Enrique Peña Nieto. Aramos, dijo el mosquito…
López-Gatell fue al Senado esta semana y tuvo una pésima comparecencia. Uno puede criticar los métodos y el tono de alguna opositora en esa sesión, pero lo cierto es que si el partido mayoritario, y uno de sus funcionarios estelares, aunque no por las mejores razones, no pueden sacar avante tal trámite, ¿es porque las minorías son muy estridentes, o se debe a que la pandemia ha desnudado las incapacidades del gobierno y del médico encargada de la misma?
La sesión fue un desastre, pero si no hubo operación política que salvara la comparecencia, se debe a que los resultados y la actitud del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud suponen un fardo que impide cualquier debate.
Porque, fiel al estilo de esta administración, López-Gatell prefiere la descalificación al diálogo. Llegó a decir que quienes lo increparon padecían disonancia cognitiva, y redujo todo cuestionamiento de los "grupos minoritarios" a un intento de estos por lucrar con el dolor de las víctimas de la pandemia.
López-Gatell está en el gobierno y, según hemos oído y leído, se asume como parte de la mayoría. Pero como antes ya había estado en la administración pública, hemos de suponer que no le costó nadar de muertito con la mayoría calderonista o peñista. Mas ahora considera que los panistas o los priistas, otrora sus patrones a quienes no cuestionó en público en aquellos años, son una minoría que no merece ser atendida en sus cuestionamientos. Qué singular disonancia cognit…, digo nada.
Pero esto de desdeñar a las minorías no fue la única lección gatelliana que nos deja la semana.
En una entrevista radiofónica con Denise Maerker, el martes, López-Gatell no quiso decir qué habría hecho distinto en el manejo de la pandemia que ha cobrado ya muchas más vidas (85 mil oficialmente) de las que él predijo en un escenario catastrófico (60 mil).
Su pretexto fue que, si él reconociera eso en este momento, la declaración serviría para la polémica, que sería aprovechada por otros (por esas minorías oportunistas, entiéndase).
En la entrevista, sin embargo, el subsecretario pretextó factores que le han complicado el manejo de la crisis. La obesidad y la pobreza que padecen los mexicanos fueron dos de las cosas que dijo en esa charla de Radio Fórmula. Y una tercera fue que hubo 33 estrategias para lidiar con el Covid-19: la suya y la de los 32 estados.
López-Gatell se escuda en obviedades. Dice obesidad y pobreza como si tales cosas fueran sorpresa o novedad y no una condición preexistente que alguien como él, funcionario experimentado en mayorías, debió prever en sus escenarios.
Y si hubo 33 estrategias (es un decir lo de estrategias) se debe, en buena medida, a que él no supo usar los mecanismos que le provee la ley, ni tuvo las habilidades a que está obligado como funcionario de una democracia, para diseñar esfuerzos que fueran, al mismo tiempo, de aplicación general e integradores de condiciones regionales específicas. En otras palabras, porque ni quiso ni pudo trabajar con las "minorías" que tienen más de la mitad de las gubernaturas del país.
Y todo lo anterior, cuando lo importante queda de lado: a 85 mil familias en duelo les importa un rábano quién es mayoría o minoría.
Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí