La Feria

El mito Anaya

Anaya fue un mito, el del joven maravilla que tenía el superpoder de articular en su iPad una estrategia ganadora que nadie más que él vio.

Una nota publicada el martes por Reforma ha provocado algo parecido a una reivindicación, al menos en lo político, de la figura de Ricardo Anaya, el candidato panista que en 2018 compitió (es un decir) por la presidencia de la República encabezando un frente de partidos.

La citada información confirma lo que siempre fue evidente: que Enrique Peña Nieto usó políticamente a la PGR para socavar las posibilidades de que Anaya creciera en la campaña electoral.

Como se sabe, la Procuraduría General de la República filtró y acusó al queretano de lavado de dinero. El timing y el modo fueron grotescos y obscenos. Ahora se informa que dos días antes de que terminara el anterior sexenio Anaya fue absuelto por la misma PGR que le incriminó. La maniobra manchará por siempre la biografía presidencial de Peña Nieto y, no olvidar, la del candidato Meade, que consintió las cochinadas.

En ese sentido, el proceder de Peña Nieto lo iguala al Vicente Fox del desafuero. Y sin embargo, Anaya no fue López Obrador. Es decir, siendo verdad que ambos candidatos enfrentaron una maquinaria gubernamental para descarrilarlos, es temerario asegurar, como se ha dicho en estos días, que la victoria del candidato del frente compuesto por PAN-PRD y MC se habría frustrado por la operación de la PGR. Hay datos y testimonios que ayudan a desestimar esa tesis.

Primer dato: El rumor de que algo raro había pasado en operaciones inmobiliarias donde Anaya habría tenido un papel más que cuestionable eran, a) secreto a voces entre no pocos políticos de cuantos lo conocen desde sus tiempos queretanos; b) incluso habían sido publicadas versiones al respecto, y, más importante, c) ese tema era algo que previsiblemente sus adversarios, de una forma u otra, usarían en su contra. No haber tenido lista una estrategia de contención ante algo nada sorpresivo habla muy mal del panista y de su campaña. ¿O qué esperaba? ¿Que Peña lo apoyara?

Segundo dato: ¿Qué tipo de campaña sí hizo Anaya? Van dos estampas extraídas del diario Reforma. En un "corte de caja" hecho un mes antes de la elección, se indica que la quinta parte de los 217 eventos de campaña programados en los dos primeros meses terminaron siendo cancelados. En contraste, de los 200 programados por AMLO en igual periodo sólo se cancelaron 10.

Y cuando llegaron al segundo debate, 20 de mayo, López Obrador había visitado 27 estados, 120 municipios, y realizado ocho foros y 120 mítines. ¿Anaya? En ese periodo estuvo en 19 estados, 20 (sí, veinte) municipios, y había realizado 14 foros y 29 mítines.

Anaya fue un mal candidato. Uno que se dedicó a pelearse con Peña Nieto y no con el puntero Andrés Manuel. Uno que así como ofrecía meter a la cárcel por corrupción al expresidente dio candidaturas, sin hacer muecas, a polémicos personajes como el potosino Ricardo Gallardo, Mauricio Toledo, y a Josefina Vázquez Mota y los mil 300 millones de pesos entregados discrecionalmente por… Peña Nieto a Juntos Podemos, presidida por la mexiquense.

Uno que no veía a su equipo de campaña, que demandaba sólo mítines que estuvieran 'controlados', que cosechó la división que sembró en su partido, que se agandalló las candidaturas para su grupo y cedió a sus aliados plazas claves para el panismo.

Peña Nieto tuvo un comportamiento antidemocrático en 2018. Pero creer que eso fue LO que impidió que López Obrador tuviera competencia, deja fuera un pequeño factor: Anaya fue un mito, el del joven maravilla que tenía el superpoder de articular en su iPad una estrategia ganadora que nadie más que él vio. Y pues sin eso como que estaba difícil ganar, ¿no? Con o sin PGR.

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