El domingo 29 de marzo, Andrés Manuel López Obrador grabó un video desde un balcón del Hotel Lucerna, con vista a Culiacán. El Presidente estaba en medio de una de sus polémicas giras, tan criticadas porque iban, flagrantemente, en contra de las recomendaciones de su gobierno para aislarse, para no salir de casa, para no asistir a reuniones multitudinarias, a fin de evitar contagios de Covid-19.
De buen humor en su visita a Sinaloa, el mandatario respondía así a las críticas: "¿Saben qué quieren los conservadores? Que yo me aísle. Imagínense, no habría conducción, o sí habría la conducción de ellos, porque en política no hay vacíos de poder, los vacíos se llenan y eso es lo que ellos quieren, que haya un vacío, para que se apoderen ellos de la conducción política del país". https://twitter.com/lopezobrador_/status/1244337484449939458?s=20
Una semana después, vimos un mensaje muy distinto. El siguiente domingo Andrés Manuel dio uno de sus discursos más esperados como Presidente, que fue a la postre uno de los más duramente criticados en la prensa y redes sociales. El escenario fue el patio de Palacio Nacional. Y a la hora de pronunciarlo, no tuvo más compañía que un puñado de soldados.
Si juntamos la imagen del patio despoblado y un presidente solitario dando una desgastada arenga –carente no solo de novedad sino de imaginación para al menos formular de manera renovada viejas consignas y promesas–, tenemos una ocasión política donde no sumó apoyo alguno, donde más bien provocó, paradójicamente, la sensación de que el mandatario había optado por dejar un vacío de poder.
El Presidente se ha replegado. El acto político del domingo puso en claro que, contra lo que decía en su video de Culiacán, el mandatario ha optado por atrincherarse. Ha renunciado a buscar consensos o alianzas con cualquiera que no prometa una lealtad perruna, por afinidad o por la conveniencia de los programas asistenciales.
Al decidir eso, ha optado por dejar sueltos, y a su suerte, a diversos sectores sociales, productivos y hasta regionales de México. El discurso del titular del Ejecutivo fue claro: su agenda social, sus proyectos de infraestructura y los principios de austeridad y honestidad, serán la única llave para resistir al impacto del coronavirus en la economía.
El presidente López Obrador está convencido de que modificar esos ejes de su agenda significaría claudicar en lo que él quiere ver como una transformación.
Su actuar delata que cree que está siendo presa de una celada, que el coronavirus es la coartada de sus adversarios para obligarle a ceder, que hay una campaña para cazarle y someterlo. Que incluso algunos aliados, como el CCE y el Consejo Mexicano de Negocios, buscan cooptarlo.
Acaso crea que si ha de sobrevivir su proyecto, será sin ceder en nada a lo que le piden empresarios y otros líderes sociales como Cuauhtémoc Cárdenas y Clara Jusidman, sus excompañeros de andanzas políticas. Que se refugiará en su base social, y en las Fuerzas Armadas, pináculo más o menos funcional (la duda es porque el Covid-19 las pondrá a prueba) de un gobierno de eficiencia más que cuestionable.
Ante ese escenario, AMLO ha decidido que solo se salva a sí mismo y a su proyecto renunciando a la generosidad que ofreció en 1 de julio. No más un presidente para todos.
En el patio de Palacio Nacional, en el ombligo del país del ombligo, nació este 5 de abril un gran vacío.
¿Quién va a llenar ese vacío? ¿La sociedad civil? Hmmm. Depende: ¿la que sobre todo genera peipers que en ocasiones solo se leen entre ellos mismos? Difícilmente. Quizá haya que buscar a las ONG de zonas y agendas marginadas. ¿Los poderes fácticos? Esos sufrirán en sus finanzas, y lo más seguro es que en lo inmediato se aboquen a minimizar sus pérdidas antes que a la agenda social. Y si encima esos barones del poder quisieran presentarse como salvadores de la patria, con la misma receta del pasado, pues mal les irá con las clases medias y bajas. ¿El narco? ¿O sería más correcto decir que las mafias criminales de distinto giro que dominan regiones desde hace tiempo? Qué peligro que se vuelvan aceptables por sus 'ayudas' a la población. ¿La oposición? ¿Cuál oposición?
El patio del domingo no solo mostró a un presidente aislado de la nación, entendida ésta como plural y diversa. Esa soledad de Palacio también evidenció que, fuera de ese recinto, no está claro qué voces alternativas al reduccionista proyecto presidencial comenzarán a ocupar las plazas y los medios para llenar el vacío que el domingo dejó, en el corazón mismo del país, Andrés Manuel López Obrador.