Desde hace semanas corre la queja de que poco (o nada) se ha hecho para atender un serio problema en las carreteras: el robo al autotransporte de carga.
En los dos primeros meses de este año se cometieron dos mil 92 robos de ese tipo, casi 90 por ciento de ellos con violencia, según el último reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Basado en esas cifras, la Asociación Nacional de Transporte Privado subraya que el incremento en los dos primeros meses de este año, en comparación con similar periodo de 2018, es de 11 por ciento.
El Estado de México encabeza la lista de los robos al trasporte de carga con 820 cometidos entre enero y febrero, seguido por Puebla, que registra 528, y Michoacán, con 197.
Diversas organizaciones de transportistas del país han manifestado su preocupación por las pérdidas millonarias que están padeciendo.
A principios de febrero, la Alianza Mexicana de Organización de Transportistas (Amotac) hizo público un documento en el que identifica cuáles son las carreteras más peligrosas y todas ellas se concentran en el oriente del Estado de México: Lechería-Texcoco, Tecámac-Pachuca, Texcoco-Calpulalpan y México-Pirámides.
"Hemos tenido ya un índice muy alto. Una de las (rutas) más conflictivas es la Lechería-Texcoco, sobre todo a la altura de la Termoeléctrica, de Totolcingo y Atenco, es donde aprovechan los delincuentes para cerrarnos el paso y despojarnos de la mercancía y los vehículos", denunció en febrero Carlos Plata, dirigente regional de Amotac.
Alertó que el sector turístico también se está viendo afectado, pues el asalto a autobuses de turistas "ha aumentado al doble, sobre todo hacia la región de las Pirámides".
La Cámara Nacional de Autotransporte de Carga (Canacar) se ha sumado a las denuncias y afirma que hay al menos 100 bandas dedicadas al robo de camiones de carga operando sólo en los caminos que cruzan el Estado de México, Puebla y Veracruz, pero que los esfuerzos por desmantelarlas han sido insuficientes.
Esta organización, la más grande y la que concentra a las firmas más importantes del país, identifica 10 puntos rojos en los que se roban combustible, alimentos y bebidas. Los socios de Canacar Puebla también han delimitado las zonas de alto riesgo y son 10: Puebla y área conurbada, San Martín Texmelucan, Santa Rita Tlahuapan, Acatzingo, Tecamachalco, Tepeaca, Quecholac (Palmarito Tochapan), Yehualtepec, Chalchicomula de Sesma (Ciudad Serdán) y Esperanza.
Y la lista parece crecer sin freno. Organizaciones y asociaciones de transportistas de los estados de Morelos, San Luis Potosí y Nuevo León también han divulgado cifras alarmantes de robos para dimensionar la magnitud de esta crisis.
El problema para los transportistas no acaba con el levantamiento de actas por robo ante la autoridad federal. Los dueños o representantes tienen que esperar de seis meses a un año para obtener la liberación de la unidad robada si es localizada, además de que tienen que ajustar cambios de rutas y modificar los horarios de entregas, lo que incrementa costos, y todo lo anterior sin mencionar la escasez de choferes por la negativa de estos a trabajar en rutas peligrosas. Si un transportista quisiera blindar, por ejemplo, su tractocamión con piezas de acero y cristales reforzados para que soporten disparos de armas AK-47 tendría que erogar 550 mil pesos extras. Por si fuera poco, los transportistas denuncian que por todo lo anterior los costos de las primas de los seguros, coaseguro incluido, han subido dramáticamente y que hay aseguradoras que ya no quieren darles ese servicio.
Quizá deberíamos enfocarnos en problemas urgentes, como el secuestro de las carreteras.