La Feria

Granadas… ¿qué sigue en el transporte público?

¿Es necesario decir lo obvio? El robo al transporte colectivo ya no es de pandilleros, de expresidiarios, de delincuencia común.

La escena rebasó la ya típica en que los asaltantes se distribuyen a lo largo de la unidad de transporte colectivo, gritan, insultan, amenazan con armas en mano y empiezan a despojar a los usuarios de sus pertenencias.

El pasado 21 de marzo circuló en redes cómo presuntos extorsionadores abordan una unidad de la metropolitana línea San Juan Zitlaltepec. Tras amenazar a los pasajeros, uno de ellos se acerca al chofer y lo cuestiona acerca de un pago faltante. "¡Síguete carnal, qué pedo con esos putos, por qué no han pagado, por qué no han pagado mi chavo!", le dice uno de los sujetos, mientras uno de sus cómplices anuncia a los pasajeros que traía consigo una granada, aunque advierte que a ninguno lo robarían.

Más adelante, el mismo líder de la banda pide al chofer detenerse para hacer descender a los pasajeros. "¡Sale pasajito, que tengan bonito día, Dios me los bendiga, bájense por favor! No te preocupes corazón con ustedes no es el pedo. Bájate con cuidado en chinga, en chinga, chinga, todos pa' bajo, todos pa' bajo, todos pa' bajo!", se escucha según reportó el portal sinembargo.mx. Metros después, bajan al chofer y lanzan lo que parece un artefacto explosivo al interior del colectivo.

Pero la noche de la delincuencia 'innovando' sigue.

El 24 de marzo por la noche, un microbús de la misma ruta San Juan Zitlaltepec era quemado en el municipio de Tecámac, porque el chofer se había negado a pagar el 'derecho de piso'. Los presuntos extorsionadores recurrieron a la misma táctica: bajaron a los pasajeros y enseguida prendieron fuego al vehículo.

Y una semana después, este martes, un autobús de pasajeros de Autotransportes Zumpango-Zitlaltepec frenó su marcha luego de que sujetos le arrojaron una granada a la altura de Zumpango, Estado de México. El artefacto nunca estalló. Todo esto sin mencionar el número de personas fallecidas o heridas durante los asaltos en transporte de pasajeros ocurridos en los últimos meses.

¿Qué sigue? ¿La explosión de una granada con pasajeros adentro? Si ayer se mencionaba que el robo de transporte de carga alcanza niveles alarmantes en el país y, en particular, en el Estado de México y Puebla, ¿es necesario decir lo obvio? Que el robo al transporte colectivo ya no es de unos pandilleros, de unos expresidiarios, de delincuencia común.

De nuevo, una revisión al reporte del Secretariado Nacional del Sistema Nacional de Seguridad Pública sobre los robos al transporte público colectivo en el último bimestre exhibe que, juntos, la Ciudad de México y el Estado de México, suman más de tres mil robos, casi todos cometidos con violencia.

En enero y febrero se reportaron en la Ciudad de México mil 619 robos al transporte público colectivo y 130 en el transporte público individual, es decir, en Uber, en taxis o en otro servicio privado.

En el Estado de México se cometieron mil 504 robos al transporte público colectivo (798 en enero y 706 en febrero) y sólo dos fueron sin violencia. En el transporte público individual se cometieron 164 robos, de los cuales sólo uno se cometió sin violencia.

El cobro de piso pasa de los antros a los restaurantes, de los bares a las tiendas de abarrotes, de los puestos callejeros a los micros… en nuestras narices.

Uno de los últimos robos ocurrió en la colonia Lindavista, al norte de la capital, cuando una pasajera, aterrorizada ante la posibilidad de que la asaltaran, se lanzó desde el micro en marcha sufriendo lesiones de consideración. Quizá fue lo más racional que pudo haber hecho: era eso o la posibilidad de una granada. Así (sobre)vivimos.

COLUMNAS ANTERIORES

Violencia electoral: pssst, pssst, el plan no jala
Layda, como antiejemplo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.