El vocero presidencial Jesús Ramírez dijo que ayer se usó gas lacrimógeno para disuadir a alcaldes porque estos no "guardaron las formas" al solicitar audiencia al Presidente de la República.
Si desde el gobierno se guardaran las formas, varios de los que entran a las mañaneras no tendrían carnet de prensa expedido por esta administración. Porque las buenas formas indican que los que asisten a una rueda de prensa deberían, por principio, ser periodistas (de un medio pequeño o grande, nuevo o antiguo, no importa, pero de un medio real, de valor genuino para una comunidad, etcétera). Y las formas periodísticas implican que aquellos que van a una conferencia se comporten con mínima urbanidad y respeto a sus colegas, lo cual no es la norma de un par de esos paleros.
Si desde el gobierno se guardaran las formas, la secretaria de la Función Pública no atacaría en su Twitter al titular del Ejecutivo de un gobierno anterior, a quien acusa de horrendas cosas que no se han probado en un juicio ni administrativo ni penal. (Irma Eréndira Sandoval acusó a Felipe Calderón de, entre otras cosas, haber encabezado un "narcogobierno": https://twitter.com/Irma_Sandoval/status/1185336767530094593/photo/1)
Guardar las formas es algo cuyo significado no saben, ni de lejos, los legisladores (es un decir) Gerardo Fernández Noroña o Félix Salgado Macedonio.
Guardar las formas no es precisamente lo que hace Marcelo Ebrard cuando limita unilateralmente a cada periodista a hacer sólo una pregunta.
La CNTE no sabe guardar las formas, pero en vez de ser gaseados son recibidos con mantel largo (y qué bueno que no los gaseen, qué bueno que haya diálogo, ¿por qué no hacer lo mismo con los alcaldes?).
No me parece que presentarse en la mañanera sea la mejor manera de un funcionario de hacerse escuchar por el Poder Ejecutivo. Sí creo, pues, que hay formas. Pero si lo que esos alcaldes alegan es que no se les han abierto canales de diálogo, entonces no suena ni a terrorismo ni a táctica guerrillera el apersonarse en la puerta Mariana del Palacio Nacional. Y ya ahí, las formas indican que el gobierno federal debería gestionar un acuerdo con los ediles antes que usar gas pimienta.
Es positivo que la actual administración intente una comunicación más directa con la gente. Es refrescante también la cercanía que el Presidente de la República muestra en sus traslados. Esas nuevas formas son bienvenidas, señal de un cambio desde el poder.
Pero tales muestras de diálogo directo entre la población y el titular del Ejecutivo no pueden cancelar la posibilidad de que otras autoridades sean escuchadas.
El Poder Ejecutivo puede incorporar, pues, nuevos formatos de comunicación sin cancelar o limitar otros. Abrir los más posibles, antes que discriminar. Privilegiar el intercambio con la población es una buena forma que no debería dejar de reconocer el mandato que tienen otros funcionarios para solicitar audiencia con las más altas autoridades.
Bien haría la Presidencia de la República en revisar si ha guardado las formas necesarias para generar el mejor ambiente posible para el ejercicio de las libertades de prensa y expresión.
Los denuestos presidenciales, las múltiples, reiteradas y vehementes ocasiones en que el presidente López Obrador descalifica y denuesta a sus críticos no edifica una buena convivencia ciudadana.
Si el Presidente guardara las formas frente a quienes discrepan de él, dejaríamos a malos clowns, como Vicente Fox, hablando solos; pero en cambio, desde el Palacio Nacional se le ha insuflado vida a ese frankenstein guanajuatense de nuestra política.
Estoy de acuerdo con Jesús Ramírez: guardemos todos las formas, y el gobierno los gases.