La Feria

¿Justicia o venganzas?

Hay que dar un paso atrás del frenesí que provoca el video para no terminar siendo arrastrado por ánimos revanchistas o cálculos electorales.

En un sentido, lo mejor del video es que aparecen don nadies, ínfimas figuras que antes que decepcionar hacen volar la especulación: ¿esos que cuentan fajos millonarios fueron los mensajeros de quiénes y de cuántos más? ¿Esos son chalanes de cuántas y cuáles grandes figuras corruptas de nuestra política? Así, grises personajes resultan más que oportunos para que esta endeble trama, paradójicamente, adquiera más contundencia. El misterio crece.

La mano que mece la cuna ha puesto a girar de nuevo al país. Desde el lunes por la mañana, y luego de que lo solicitara en público el presidente de la República, desde ese olimpo llamado internet surgió el nuevo capítulo del culebrón: asistentes de un par de exsenadores panistas se ven en un video de mediocre calidad sumando cantidades millonarias. Como sociedad, no precisamos de más detalle. Ni el monto de lo que cuentan, ni los destinos de esa billetiza son indispensables, pues la audiencia completará por sí misma el script; no sólo porque siempre sospechamos que demasiados del gobierno 'del cambio' resultaron iguales a los del pasado, sino porque desde hace semanas en Palacio no hacían otra cosa que darnos adelantos de lo que venía. Cualquier estudio de cine envidiaría la campaña que se le ha montado a esta producción.

Y al fin ha comenzado a proyectarse una película de la corrupción de los sexenios anteriores. El tema es que desconocemos si el director y seleccionador de casting pretende realmente que veamos un riguroso y exhaustivo documental, o un melodrama que le sirva para afianzar sus campañas propagandísticas y electorales.

El pueblo eligió a este gobierno para que limpiara la casa, para que erradicara la corrupción, para que se expulsara a los ladrones del templo de la política.

Si el gobierno de la República persigue sin distingos ni agendas a todos los corruptos, es posible que las columnas del templo caigan, pero eso no estaría mal. Sería un momento cismático que nos urgía.

Porque el video, siendo malo e incompleto, es botón de muestra de algo que no por sabido es menos indignante: la clase política que prometió mover a México a otro nivel de desarrollo y convivencia estaba podrida en billetes, en los dos sentidos de la frase.

En esa línea, hay que coincidir con el presidente López Obrador: que se conozca todo, que se sepa cada día más de qué era lo que hacían panistas y priistas (y no pocos perredistas).

Donde hay que separarse del ímpetu presidencial es en su afán de dictar el qué, el cuándo y el cómo de este gran destape. ¿Toca a AMLO dictar, sin apego a legalidad o principios, qué se revela, qué se induce, qué se divulga –incluso en medios gubernamentales– y a quién se le atropellan derechos o presunciones de inocencia?

El video puede constituir grave indicio de actos de corrupción. Pero probar eso toca a fiscales y jueces, cuyas actuaciones están normadas e incluyen el derecho a la defensa de los inculpados (los que vemos y los que presumimos).

Por tanto, hay que dar un paso atrás del frenesí que provoca el video para no terminar siendo arrastrado por ánimos revanchistas o cálculos electorales. Que se investigue, que rindan cuentas los involucrados, que se sancione a los culpables, que se denuncien más actos de presunta ilegalidad, que quien sepa algo diga algo, que no se detenga esa dinámica, pero que ésta sea regida por la ley, no por la política, como a todas luces es el caso. Que haya justicia, no venganzas mediáticas.

Y que, no sobra decirlo, se trate con similar rigor, y mismo respeto, a los de Morena, a sus compañeros de causa.

De lo contrario, si sólo es una vendetta, si no es el inicio de una renovación telúrica e imparcial, si no se pretende la exhaustividad, entonces quien prometió barrer todo sólo será otra escoba que echará debajo de la alfombra lo que le convenga, al tiempo que construye historias –videos incluidos– para entretener, desviar la atención, alienar y destruir a impopulares opositores.

Porque no hay mexicano que se resista a una telenovela, y con pérfidos villanos, más; y en el encierro por la pandemia, éxito asegurado…. Pero justicia a medias o parcial también es corrupción. ¿O no?

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