La Feria

La nueva Morena

Cuando lleguen las próximas citas comiciales, el partido del presidente no podrá prometer lo mismo que en 2018, o sí, lo mismo pero erosionado por escándalos.

Cuando lleguen las próximas citas comiciales, el partido del Presidente de la República no podrá prometer lo mismo que en 2018, o sí, lo mismo pero erosionado por escándalos, arrebatos e insuficiencias que costarán votos.

El vuelo de la promesa de quienes se presentaron desde 2015 como distintos al prianismo se cotejará en agendas clave como anticorrupción, política frente a EU, cuestiones de género, uso de las Fuerzas Armadas en cuestiones de seguridad, respeto a las instituciones, laicismo y Estado de derecho.

La metamorfosis ha ocurrido ya en algunos de esos temas, pero no es una cuestión acabada.

Ya no habrá gritos en los mítines de Morena despotricando contra Donald Trump. Esa retórica quedó sepultada luego de todos estos meses en que el presidente López Obrador y su canciller se han propuesto, como ningún gobierno antes, ser los más obsequiosos con las condiciones que demanda el mandatario estadounidense. Esa promesa, bye.

Las maromas morenas serán de antología cuando de seguir como va el affaire Bartlett Bienes Raíces –denuncia periodística frente a la que López Obrador ha decidido exculpar antes que investigar a su colaborador– la promesa de la anticorrupción, favorita de las anteriores campañas de AMLO, no resista la prueba de la risa.

Será interesante ver en los debates justificar que Andrés Manuel un día sí y otro también abraza, y da chamba y encargos como repartir la cartilla moral, a ministros de culto religioso. Juarismo en sotanas.

Construir un cuerpo policial para todo el país en cosa de meses es casi una misión imposible. Que encima esa nueva policía demuestre efectividad inmediata para domar un poderío criminal que lleva un decenio acumulando fuerza, más. Pero si encima ni siquiera se ha iniciado ese proceso, porque las Fuerzas Armadas son las que en realidad componen y dirigen a la Guardia Nacional, que Morena prometió que sería civil, pues entonces el panorama es desolador. Vivimos el peor de los mundos de la simulación. El ideario de Morena, una fuerza que se decía de izquierda y que como tal prometía en campaña que, de ganar, los soldados regresarían a los cuarteles, ahora tendrá que reconocer frente al electorado que llevó la lógica calderonista de usar al Ejército en labores de seguridad a un nivel de esteroides.

Las mujeres que hayan votado por AMLO tendrán a la mano harto ejemplo para demandar explicaciones en las nuevas citas electorales: Por qué Morena es tolerante con los dichos misóginos de Mireles, por qué este gobierno desbarató de un plumazo las estancias infantiles, por qué se desdeñó el apoyo a los refugios de mujeres violentadas, por qué no fue solidario con los reclamos de las mujeres asesinadas y violadas en la capital y en el país, por qué son tan refractarios a las cuestiones de género.

En el mismo tenor, combativos e influyentes sectores como los que militan en los colectivos de científicos y artistas tendrán en las campañas mucho qué cuestionar sobre la atrabiliaria manera en que se condujo la titular del Conacyt y no pocas autoridades culturales, sobre el desdén a estudiantes en el extranjero, sobre el maltrato a jóvenes y niños brillantes.

Esta breve revisión deja en pendiente el asunto de Baja California, donde en unas semanas veremos si Morena confirma que es una fuerza predispuesta a la trampa a un nivel de peligro democrático.

Si bien en 2020 hay pocas elecciones (Congreso de Coahuila y ediles de Hidalgo), el ajuste de la plataforma electoral de Morena, impuesto por el contraste entre sus promesas y la realidad a la hora de ejercer el poder, está en marcha.

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