Lo que pasa en el rancho, no se queda en el rancho. Quién sabe en qué andaban pensando (es un decir) los panistas y los emecistas de Jalisco, pero llevan semanas dándole razón a Andrés Manuel López Obrador: esos del pasado son de lo 'pior'.
Allá en el rancho grande los partidos Movimiento Ciudadano y Acción Nacional están protagonizando un desfiguro de escala nacional.
En un apretado resumen: el Congreso de ese estado lanzó una convocatoria para nombrar a tres miembros de la Judicatura del Poder Judicial jalisciense. La madrugada del 19 de junio, los diputados del PAN y MC se repartieron los puestos en una maniobra que contravino fases y procedimientos establecidos por los propios legisladores.
Fue inocultable el tufo de que estábamos, madruguete y nocturnidad incluidos, frente a una componenda de cuotas para dejar en tan importantes puestos a sus cuates. Tras ese lance, y luego de críticas y descalificaciones de lo ocurrido por parte de líderes de opinión, el Comité de Participación Social del Sistema Estatal Anticorrupción, que tiene un papel de testigo social en nombramientos como los de la Judicatura, no sólo se negó a validar lo ocurrido, sino que promovió una carta abierta donde se deploraba la actitud tomada por el Legislativo y pedía que en lo sucesivo se respetara la ley.
Este es el párrafo sustantivo de ese documento, firmado por decenas de prestigiados académicos e intelectuales:
"Jalisco merece un Consejo de la Judicatura que esté a la altura de las circunstancias que demandan los mejores perfiles para lograr una justicia abierta. La LXII Legislatura debe rendir cuentas explicando cuáles fueron las razones para vulnerar el proceso establecido en las convocatorias. Exigimos que las y los legisladores locales de Jalisco se apeguen a lo dispuesto en la Constitución, las leyes y su propia convocatoria en todos los nombramientos (las nueve magistraturas, la consejería del Instituto de Transparencia, Información Pública y Protección de Datos Personales, la Comisión de Selección del Comité de Participación Social y su respectivo miembro) que habrán de realizarse este mismo año".
La carta, si me preguntan a mí, es hasta leve en comparación con la cochinada de los diputados, y del costo que podría tener para Jalisco que en sucesivos nombramientos MC y el PAN repitieran maniobras como la de la Judicatura.
Pero los legisladores jaliscienses son de mírame y no me toques, ya no digamos "me hagas rendir cuentas", por lo que tras su burda operación, esta semana tuvieron la peregrina idea de superarse en vileza: panistas y emecistas promovieron un punto de acuerdo que pretendía descalificar, con acusaciones entre falsas y falaces, a integrantes del Comité de Participación Social, entre ellos al activista David Gómez Álvarez.
Así las cosas en el rancho, donde desde uno de los tres poderes, la expresión mayoritaria en Jalisco –MC– y los herederos de un partido sin pasado qué presumir –PAN– muestran que no entendieron el mandato de las urnas de 2018: cambiar.
Todo lo anterior ocurre mientras López Obrador tuvo una buena semana. Presentó una reforma a las pensiones que generó muchas más alabanzas que críticas, y se conjuró la intentona golpista (Porfirio dixit) de los radicales de Morena, que pretendían sabotear los nombramientos de cuatro consejeros del INE.
Queda pues claro que, por lo visto en Jalisco, su bastión, a Movimiento Ciudadano le falta un ch…orro para ser una alternativa democrática a Morena. Pero un ch…orro. Y al PAN, más aún. Porque las tropelías que hacen en el rancho, no se quedan allá. Se vuelven escándalo nacional. ¡Qué perro oso!