La Feria

Si M O fuera periodista…

Los periodistas no somos tales por barbear los pies del poderoso. Somos lo que publicamos, ni más ni menos. Ni siquiera somos lo que preguntamos.

Si M O fuera periodista, sabría de sobra que, para un reportero genuino, volverse noticia antes que conseguir NOTICIAS es una derrota, una falla estructural impropia de un verdadero informador.

Si M O fuera reportero, habría aprendido, a sus años, que toda la soberbia que puede caracterizar a un periodista es humillada cotidianamente por todo aquello que no alcanzamos a develar, demostrar, probar, conseguir, desenterrar. Se puede tener ego, pero este vale cero cuando llegas a la redacción sin nota exclusiva, sin ángulo novedoso, sin valor agregado, sin nada qué revelar. Porque los periodistas no somos tales por barbear los pies del poderoso. Somos lo que publicamos, ni más ni menos. Ni siquiera somos lo que preguntamos. El esfuerzo no se publica, así tenga como mérito (único) el madrugar diario en Palacio Nacional.

Junto con otros personajes de esa infame primera fila, si M O fuera periodista, sabría desde hace mucho que nada hay más engañoso que el saludo de un político empoderado, de un poderoso sin freno, de un experimentado manipulador de la información. Frente a eso nunca se sonríe, chicos. Menos se aplaude, ¿remember Peña? La empatía es siempre con las víctimas y con los lectores, nunca con los proveedores. A menos de que, en efecto, lo que esperen no es escribir, sino recibir. Antes que nota, se les nota.

Si M O fuera reportero, largas horas de antesala, tediosos traslados a nowhere, infructuosas diligencias en oficinas públicas, bárbaras malpasadas, regañizas justificadas e injustificables del jefe, ausencias del hogar, todo, todo eso un reportero lo cambiaría sin dudar por publicar de vez en vez en su medio, alguna novedad que moviera a una comunidad, o que conmoviera a al menos una persona. Todos los esfuerzos para conseguir información son pocos para un periodista frente al "gracias" desinteresado de una lectora, de una televidente, de un radioescucha, de una víctima de un abuso o crimen.

Si M O fuera periodista, no insultaría a sus colegas. Claro que en el medio hay celo profesional, y hasta mala leche se da en este gremio; pero los verdaderos periodistas por lo general apoyan a los colegas, se echan la mano para abrir fuentes, van juntos a perseguir a políticos esquivos; los verdaderos periodistas tienen vocación de lobo estepario, pero muchas veces tienen que conformarse a chacalear en enjambre; y, por ello mismo, suelen reír, correr, comer, beber y dormir, en autobuses, aviones, hoteluchos o cuartos VIP junto a gente que no eligieron, pero que muchas veces se vuelve su familia. No toda, no de todos. Pero por eso mismo es que hay muchas familias. La familia 'periodística' de M O no existe, los de la primera fila ni en un vodevil serían contratados como 'equipo de periodistas'. No les alcanza.

Si M O fuera periodista, sabría que unos días se pierde, otros se gana, y la mayoría simplemente se cumple. Que uno no sale a madrear a los de al lado, sino a reclamar a los de arriba en nombre de los de abajo. Que uno pregunta no lo que le ordenan quienes no dan la cara, sino lo que merecen saber las audiencias. Que la nota es la nota, y de esas M O, cariño, tú no sumas ni jota.

Si M O fuera periodista, valdría la pena reproducir su nombre. Porque es lo mínimo que nos enseñan en la facultad o en la redacción: a citar correctamente. Pero como no es periodista, ni eso cupo en este espacio.

Buen día a los lectores y a los periodistas de verdad, donde quiera que estén.

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