Un caballito que no es caballito sino un tubo cuadrado y amarillo, un feo y enorme grifo con cresta, atestigua el vacío de tiendas de campaña que 'protestan' en avenida Juárez y Reforma.
Tiendas de campaña en búsqueda de exploradores de templaza probada, frágiles ante el viento en involuntaria metáfora de cuán superficial es esta protesta, de cuánto le falta para anclarse en terreno firme, para ser resguardo efectivo ante inclemencias de un clima político que, se antoja, sólo empeorará.
Esta protesta tiene el mérito de hacer hablar, de crear ruido, de ganar minutos de fama… Pero, ¿creará conciencias? ¿Inspirará a alguien? ¿A varios? ¿A suficientes para dejar de ser una anécdota del México surrealista? De las precarias tiendas de campaña de las huelgas de hambre del pasado, a las 'pídete a Amazon un buen de tiendas para ponernos en plantón'.
Frena se autollaman. Frenaa con doble a también le llaman. Frenaa. Como quien se desespera en la inminencia de un choque: detenteeee.
Sí, estos quieren que el Presidente pare. Pero salvo eso no sabemos qué quieren. Quieren que el otro, el máximo otro, no haga, pero ¿quieren algo aparte de no querer al mandatario? ¿Algo aparte de salir regularmente en autos a hacer ruido con el claxon? ¿Algo aparte de poner tiendas de campaña que retratan bien pero no generan simpatía o adhesiones en quienes les ven –es un decir– protestar?
Porque ni modo de enternecerse con el nylon de las tiendas, de solidarizarse con las varillas, de conmoverse con su estirada fragilidad. El plástico nunca ha tenido sentimientos.
¿Qué clase de protesta es esta? ¿En dónde aprendieron a llamar la atención los Frenaa? Salen de sus estacionamientos, de sus casas, y se lanzan a la ciudad, al espacio público… ok, pero a dónde van, qué quieren comunicar. Una protesta tiene consignas, buenas, creativas, sosas, retóricas… pero tiene. ¿Cuál es la consigna que infla a las tiendas de campaña? ¿El vacío? ¿El te odio anlo? ¿El racismo/clasismo? ¿El miedo que no razona? ¿La ocupación de la calle porque sí, pero sin mensaje claro?
Quizá lo más notable estos días es constatar lo profundo de la cultura de la tolerancia (¿o de la resignación?) de los chilangos: les pones este minicampamento en Reforma y Juárez y todo mundo lo ve como normal. Qué otra cosa se puede esperar en una ciudad donde todo mundo viola el derecho de los otros.
Y no me vengan con que "es que es pandemia y pocos hoy pasan por ahí". Es pandemia, sí, pero muchos ya están al 100, muchos ya necesitan ahorrar cada minuto del día a día, muchos no quieren una protesta más, una que ni siquiera les está diciendo qué reclaman y desde dónde. Tiendas de campaña nuevas para la banda. Eso estaría bien. ¡Para los daminificados del 19 de septiembre de 2017! Mejor aún. ¡Para las personas en situación de calle que la pandemia ha vuelto más visibles! Nada mal estaría. ¡Para los que no tienen empleo porque encima las dos crisis les dificulta la subsistencia! Buena idea. Tiendas de campaña, ok, para la protesta, pero con gente, con mensaje, con algo más que una mala copia de 2006, con algo más que dinero.
Eso por un lado, por el otro están los gobiernos que con policías frenaron a Frenaa rumbo al Zócalo. ¿A poco manifestantes de tan gelatinoso mensaje provocan miedo en los palacios que rodean la plancha gris? ¡Uy! Tan surrealistas las tiendas sin fuerza, sin proclama, sin vida, como la tolerancia de celofán de Morena. Así septiembre en pandemia.