La Feria

Todo el poder unipersonal

López Obrador está convencido de que, como en la 'Biblia', el principio es el verbo, y que el verbo es él, y que como tal por eso lo que dice ES, aunque muchos en el país tengan otros datos.

El rictus, el lenguaje no verbal, el tono del discurso. La sede, el escenario, el boato. Todo junto para la construcción del mensaje a la nación este 1 de septiembre: que quede claro, hay un Él y, aparte, un los otros. Incluidos en ese 'los otros' sus propios colaboradores, o representantes de otros poderes, o gobernadores, y no se diga los invitados.

En el poder de México hoy hay un Él, y nada más. Palabras irán y vendrán en el discurso, al fin y al cabo con este Presidente la retórica es más que previsible. Pero el mensaje está en otra parte. El significado del acto de ayer es la reiteración de que hay quien manda y que ese mando reside sólo en una persona: que así lo quiere, así lo disfruta, así lo ejerce.

Todas las miradas para el presidente Andrés Manuel López Obrador. El templete apenas si tiene elementos distractores. Por aquí los colores patrios, por allí los héroes marrones, pero al centro el nombre presidencial. La figura del tabasqueño en una silla cualquiera, y luego en el podio durante el Informe, se convierten en el punto que anuda la vida nacional.

El Presidente habla al pueblo, y a los suyos, antes que al Congreso. No sólo habla antes de enviar el Informe a San Lázaro, sino que habla dándole pauta al Congreso. Revocación para este periodo, pide el mandatario; con el debido respeto, eso sí, como siempre que impone su deseo o palabra sobre la de los otros.

También en el arranque de su Informe, López Obrador habla del hito de haber separado el poder político del poder económico, palabras que resuenan poco después de que se escucharan en el patio de Palacio Nacional los aplausos de empresarios que valen su peso en PIB.

La separación de esos poderes es en realidad un cambio de plano. Ahora es una disposición vertical, el Presidente arriba y manda; pero no necesariamente horizontal: en ese plano los empresarios se volvieron coro y comparsa que festeja acuerdos que llaman 'gana-gana' y posan sonrientes para la foto. Ayer en Palacio aplaudían Harp, Slim, Larrea… a quien por años los denostó. Otro presidente al que se cuadran, otro Presidente al que sonríen, otro Presidente al que cortejan, ¿otro Presidente al que verán caer? La separación de poderes te saluda, Andrés Manuel.

Por lo demás, el presidente López Obrador recorre los temas que le gusta machacar: que su gobierno da becas, que su gobierno es austero, que su gobierno "no se entromete en decisiones de órganos autónomos", que respeta al Legislativo y Judicial, que las "elecciones serán limpias y libres", que no se tolera "ni huachicol arriba ni huachicol abajo"…

Durante hora y media la de Andrés Manuel será la multiaplaudida voz que quiere instalar una verdad única: que el país cambió en apenas nueve meses. Que pasamos, como quien se cambia de ropa, del "predominio de la más inmunda corrupción pública y privada" a un gobierno cuyo plan él resume en siete palabras: "acabar con la corrupción y la impunidad".

López Obrador está convencido de que su mensaje es tan contundente como las pirámides de las zonas arqueológicas, que llegaron para quedarse y marcar la identidad nacional; que lo que dice no necesita ser contrastado, ni comprobado, que decir es crear, que dictar es provocar, que la palabra presidencial todo lo puede, como en la Biblia, que el principio es el verbo, y que el verbo es él, y que como tal por eso lo que dice ES, aunque muchos en el país tengan otros datos.

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