Opinión Salvador Garcia Linan

Vacunas y negocios

Las nuevas docenas de vacunas contra el COVID-19 siguen agobiando al desesperado mercado cada pocos días.

Las marcas de nuevas vacunas contra el COVID-19 y el cada vez mayor número de ellas en los mercados ávidos, pero irresponsablemente comprobadores de "la validez sanitaria a corto y a largo plazo", no han cuestionado: ¿han sido analizadas, en forma intensiva, probadas con un número suficiente de adultos, jóvenes y ancianos, al menos 300,000 personas y le han dedicado el tiempo médicamente suficiente, sin prisas dañinas ni ajustes tramposos de las fórmulas y sin un mínimo de seis meses a un año de tiempo para analizar, en forma profunda y médicamente profesional, los efectos adversos y favorables a corto y a largo plazo, en función de otros medicamentos administrados. No se ha procedido de esa forma primordial. Ha ganado el miedo y la avaricia. La cual inclusive justifican.

Para analizar la validez de la vacuna contra la parálisis infantil, el Dr. Salk vacunó, en su tiempo, a 625 mil personas entre niños y adultos en todo EU, incluyendo placebos. Ahora, en los años 2020 y 2021, ante una masiva muerte de personas en todo el mundo, en cierta forma la industria farmacéutica justifica su irresponsabilidad no vacunando en forma experimental a miles de personas, entre niños, adultos y ancianos, con una programación diseñada en función de los resultados que se desea alcanzar en forma humana y científica.

Las nuevas docenas de vacunas contra el COVID-19 siguen agobiando al desesperado mercado cada pocos días, en una operación "fast tracked", en la cual las investigaciones coartadas por la ambición de ventas fabulosas a países desesperados, pero poco comprometidas para investigar las posibles complicaciones. Además, son los "asuntos administrativo$", para lograr la "pronta aprobación laxa de burócratas corruptos", lo que más puede dañar la búsqueda seria de medicamentos para evitar o reducir tantas muertes.

La imprudencia y la excesiva prisa por ganar mercado, a costa de su efectividad, de su seguridad y de su eficiencia médica, ha sido corrompida por gobernantes desesperados y corruptos.

Por ello, en lo personal, no tengo ninguna prisa por ser vacunado. Confío más ahora en mi disciplina para estar encerrado en mi bunker-vivienda-oficina-estudio-aula, evitando el riesgo de la avaricia farmacéutica empresarial, por lanzar al acongojado mercado cualquier brebaje invacunable.

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