Salvador Nava Gomar

Empresarios contra la corrupción

No es el funcionario que pide un soborno y el particular que se lo da, es una red social que debemos romper.

La impunidad nos aqueja. Por ella sufrimos inseguridad, denuncias que no terminan en sentencias, servicios públicos farragosos y la impotente sensación de ser gobernados por la incompetencia. Apuntamos siempre la vista a quien gobierna y ahora parece que son las políticas del presidente López Obrador las que nos tienen así. Mustia perspectiva de quienes han dado mordida a un policía, buscan la manera de pagar menos impuestos (lo que consideran un ahorro) y hacen lo necesario para obtener ventajas indebidas para ganar más.

No es el funcionario que pide un soborno y el particular que se lo da, es una red social que debemos romper. La cruzada anticorrupción del presidente de la República y de tantos contingentes privados y sociales son la solución y, en ese esfuerzo, tenemos que predicar con el ejemplo.

La semana pasada Expansión publicó el estudio que año con año prepara Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad respecto de las 500 empresas más grandes de México contra la corrupción, y si bien falta mucho por hacer, hay buenas noticias:

A partir de una matriz de medición de 100 puntos con los que se mide la información que las empresas hacen pública, respecto de las acciones que cumplen con la legislación del sistema anticorrupción, vimos un notable avance, lo que refleja mayor conciencia del empresario. De entrada, 97 por ciento de estas empresas declaran su compromiso de cero tolerancia frente a la corrupción. Declaración pública, pero mucho más importante, privada e interior, pues todos los directivos y trabajadores saben que no pueden darse el negro lujo de corromper para ser más competitivos, y que deben sumergirse en esta cultura para afianzar su posición individual dentro de la organización y para potenciar a su empresa al más alto nivel de los negocios.

De estos 500 gigantes, 58 por ciento más tienen un programa anticorrupción si se les compara con 2017, lo que refleja el reconocimiento de su rol y responsabilidad para controlar y mitigar el mal endémico de los corruptos. Si bien los escándalos de corrupción, sanciones millonarias y persecución eficaz del gobierno motivan en sentido negativo, el prestigio y la reputación se han convertido en un factor competitivo esencial.

Hay empresas, como Centrum, que formalizaron la cultura de integridad porque sus contrapartes extranjeras les exigían contar con un programa robusto de compliance anticorrupción como requisito para seguir proveyéndolos y, en ese esfuerzo, se motivaron para ser los número uno en la ética de los negocios. Cadena virtuosa que comenzó con los accionistas y va permeando en toda su organización en perfecta sintonía con los esfuerzos del gobierno.

De las empresas del Índice contra la Corrupción (IC500), 70 por ciento de las sociedades establecen sanciones internas por estos actos, lo que antes se limitaba a la autoridad. El sistema de denuncia interno y el análisis de riesgos han venido combatiendo este problema de los mercados. Aquí el dato es grave: 91.1 por ciento de los casos de corrupción en las empresas no se denuncian. Según el Inegi, se debe a los pobres resultados de las investigaciones y a la desconfianza en la autoridad. Círculo vicioso a combatir, porque la planeación contra el delito se basa en los datos que tiene el gobierno. Si usted es víctima de un delito o de una falta administrativa y no lo denuncia, difícilmente podrá haber acciones efectivas contra los mismos y subsiguientes.

Por el contrario, las buenas prácticas mandan socializar este esfuerzo teniendo y difundiendo las políticas de integridad; establecer mecanismos de denuncia y sus consecuencias para quien infrinja y todas las garantías para el denunciante; hacer transparentes denuncias, sanciones, políticas y esfuerzos anticorrupción; contratar a terceros para ser más objetivos e imparciales tanto en la definición de riesgos, su mitigación y las sanciones a los infractores; e incluir a las autoridades cuando se presenten ilícitos.

La Secretaría de la Función Pública está empeñada en interactuar con las empresas para erradicar la corrupción y lo está haciendo bien. Hay corporativos muy importantes, como Grupo Salinas, que han volcado su política corporativa a la cultura de la integridad, y tan solo en un año avanzaron más de 40 puntos (Banco Azteca y Elektra) para situarse en tercer lugar de 500 con 94.1/100 de calificación. La instrucción de su presidente es avanzar hasta el 100 por ciento y mantenerse en esa línea. Ejemplo corporativo mexicano.

Es importante señalar la convergencia de grupos que parecen antagónicos. Si vemos lo que hace el presidente López Obrador, la secretaria de la Función Pública, Irma Sandoval y el fiscal de inteligencia financiera, Santiago Nieto, de un lado; y por el otro este importante esfuerzo de Mexicanos contra la Corrupción y Expansión, veremos que hay mucha experiencia, ánimo y causa para combatir este cáncer corporativo y gubernamental. Sigamos por ahí.

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