Samuel Aguilar Solis

El desmoronamiento

El 'movimiento' fue víctima de los intereses de grupos, mismos que han quedado desnudados en sus intereses personales y de facción.

Aunque parezca increíble, el movimiento político que ahora supuestamente gobierna es menos que un membrete, no nos engañemos, asistimos al gobierno de un solo hombre sin contrapesos políticos, pero también sin un partido que lo acompañe, no hay un partido político en el gobierno como tal, no existe un partido desarrollando un programa político.

Desde su origen Morena fue concebido en la idea de un partido catech all, donde pudieran caber por una u otra razón todos los que estuvieran en contra del statu quo, ya sea hartos de la corrupción e impunidad, ya desesperados por no tener empleo por causa de un crecimiento endémico mediocre, ya por la enorme pobreza y desigualdad en la población o con una rabia enorme por tener años de violencia e inseguridad y hasta resabios de grupos ideologizados con la utopía revolucionaria o socialista sin que por ellos haya pasado la muerte de la utopía con la caída del muro o el fracaso total de la dictadura castrista en Cuba.

Todos como un mazacote se unieron detrás del liderazgo de López Obrador sin importar, es más, sin reparar si había un programa o un ideario, solo la búsqueda del poder aprovechando la irritación social que los últimos gobiernos habían generado con sus políticas y su comportamiento deshonesto en toda la sociedad.

Al ser un 'movimiento' político y no un partido todo giró en torno a su líder y este a la vez para sostener tal liderazgo no se ocupó de darle una estructura institucional a Morena, ni de mantener claras las reglas internas, esa laxitud era parte del movimiento que bajo el carisma se podía mantener un único liderazgo. Es más un avance en la organización institucional y en normas claras y precisas; hubiera actuado debilitando el liderazgo unipersonal y obvio eso no sucedió ni debía de suceder para lograr el objetivo de alcanzar el poder de la presidencia de la República, cosa que al fin se logró.

Pero al triunfo y al privilegiar una estrategia electoral y de legitimidad presidencial a través de los programas sociales y abandonar a las facciones el 'movimiento', este fue víctima de los intereses de estos grupos, mismos que han quedado desnudados en sus intereses personales y de facción olvidando cualquier trabajo de formación de estructura institucional y de respeto a normas o quedando atrapados justo en la elasticidad de las mismas hasta llegar a los golpes o los balazos como ocurrió en las asambleas delegacionales para el nombramiento de delegados nacionales y en la impugnación ante el Tribunal Electoral, hasta llegar a la anulación del proceso y el golpe de mano que ayer quien fungía como secretaria general encargada de la dirección decidió dar para quedarse con el membrete y desnudar en su verdadera magnitud lo que supuestamente es el 'partido en el poder'.

Muchas son las preguntas que se puede uno plantear en este momento, como: ¿qué modelo de partido quiere López que lo acompañe a gobernar? O ¿no quiere o no tiene ni idea de ningún modelo en particular, para de esa manera gobernar solo 'como Dios le dé a entender'? O ¿no sabe como un movimiento puede gobernar un país porque sólo sabía cómo usarlo para alcanzar el poder desde la oposición? ¿Hay forma de que un 'movimiento' se institucionalice en partido y cuáles son las experiencias que han existido o hay en el mundo? ¿Qué impactos tiene en la gobernabilidad y en la estabilidad política del país y la calidad del gobierno de López Obrador la crisis de Morena? Y ¿López Obrador y Morena están con sus prácticas políticas a mejorar la democracia, o al contrario, son ellos los factores de su debilitamiento? Y muchas más que por espacio no podré ahora plantear pero que como 'movimiento' en el gobierno se debe reflexionar si este es el futuro del sistema político mexicano porque como están hasta ahora lo que existe es un desmoronamiento en el poder.

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