Samuel Aguilar Solis

El gran cambio

Es el gran cambio de una era tal y como la conocemos o conocimos en el pasado reciente, con un gran despliegue de desarrollo como la humanidad no lo había conocido antes.

Asistimos a una gran cantidad de cambios, que casi podríamos asegurar que por su magnitud, el mundo como ahora lo conocemos no será igual cuando este proceso termine. Vivimos, no una era de cambios, sino un cambio de era.

Es el gran cambio de una era tal y como la conocemos o conocimos en el pasado reciente, con un gran despliegue de desarrollo como la humanidad no lo había conocido antes, entre los más sobresalientes me permito enumerar los siguientes: en lo tecnológico, tanto que ya existen repercusiones en el mundo laboral por la automatización de los procesos de producción, y la robótica aparece como lo del futuro cercano; el desarrollo global de los intercambios comerciales de bienes y servicios y también de los flujos financieros, el mayor bienestar global lo tenemos como nunca en la historia humana, pero también existe hoy una gran desigualdad social que hace cuestionable la forma de dicho desarrollo económico y se habla del agotamiento del modelo neoliberal, hegemónico en las últimas tres décadas, pero lo más profundo es si el capitalismo como lo hemos conocido se ha agotado y es necesario una nueva etapa.

Hay también cambios y muy sustanciales de la forma de gobierno que después de la caída del Muro de Berlín se desplegó de manera hegemónica como el gobierno que la sociedad reclamaba: la democracia, a tal punto que el ascenso del populismo (de derecha e izquierda) la amenazan y la hacen ver en un grave peligro para su permanencia como sistema de gobierno conocido hasta hoy; existe una gran expansión de los derechos humanos; pero también somos testigos del movimiento de la población en el mundo, grandes, masivas y globales migraciones de seres humanos buscando una mejor forma de vida y huyendo en la mayoría de los casos de la inseguridad y violencia de sus lugares de origen y la explosión de contrario, la xenofobia, la discriminación y el racismo.

Un desarrollo en las tecnologías de la comunicación que permiten literalmente a los seres humanos estar comunicados al instante, ejemplo de ello es una de las redes como Facebook, que tiene de forma activa en esta plataforma a más de 2000 millones de personas y ello no significa necesariamente estar bien informados, por la presencia de las ya famosas fake news, pero que sin duda es un gran facilitador para que los ciudadanos puedan tener cada vez más una intervención en la agenda pública.

Hay también una agotamiento de las organizaciones surgidas de la posguerra para los actuales problemas globales, pero a la vez también se hacen necesarias en virtud de que los espacios nacionales son incapaces de resolver muchos de estos, al ir más allá de las fronteras nacionales y el dilema es hacia dónde reconducir y cómo la transformación del gobierno global, para una gobernanza y paz necesarias.

Somos más de 7 mil 500 millones de personas las que habitamos el planeta, hace apenas 200 años había 1000 millones, y este gran salto demográfico sin duda tiene grandes retos no solo de un mayor crecimiento económico, sino temas como alimentación, salud, educación, vivienda, agua potable, electricidad, etcétera, etcétera, que en su conjunto nos han llevado también con esta gran explosión demográfica y a la manera como lo hemos gestionarlo, a una grave crisis medioambiental. En efecto, el calentamiento global pone en riesgo al planeta y algunas regiones en particular por la contaminación, los fenómenos climáticos que llevan a hambrunas o a crisis alimentaria, y que estos son también las causas de mayor pobreza y migración en el mundo.

Por último asistimos a amenazas terroristas cada vez más frecuentes y de diverso signo, ya sea por asuntos raciales o religiosos, pero con conexión internacional que hacen más insegura la vida cotidiana de las personas en cualquier parte del mundo.

Estas pinceladas buscan encontrar eco para tomar una mayor conciencia de los temas más allá de nuestra simple cotidianidad, no se trata de evadir la realidad concreta de nuestro entorno más cercano, sino justo entender que en ello podemos cada uno contribuir a la construcción de un mundo mejor, y que si nos asumimos como ciudadanos del mundo es posible realizarlo.

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