Samuel Aguilar Solis

L a democracia y sus retos

Debemos reclamar a la clase política y los viejos partidos la llegada del populismo al poder, que puso en riesgo la democracia.

En los últimos tiempos, en diferentes países se viven revueltas sociales o por la vía de los procesos electorales del juego democrático se han celebrado varios cambios políticos profundos, en sociedades muy diversas, en historia democrática, cultura o sistemas políticos por decir lo menos en la que hasta ahora conocemos como democracias liberales.

Si bien es cierto que de manera constante la democracia se ha ido actualizando a las dinámicas de la sociedad, los valores y principios fundamentales se han mantenido, ya sea para consolidarse en algunos países, ya para ser un objetivo a alcanzar en otros, el caso es que después de la Segunda Guerra Mundial los países occidentales buscaban su desarrollo económico y social acompañado de un sistema democrático y este 'modelo' era el que iba midiendo el grado de desarrollo de una sociedad. Las primeras décadas del siglo XX habían enseñado cómo las democracias incipientes o débiles se habían perdido en la coyuntura de la Gran Recesión de 1929 y el surgimiento de líderes carismáticos y populistas que habían acabado con la democracia y se habían convertido en dictadores, accediendo al poder paradójicamente por la vía de las reglas de la democracia. Por ello, las experiencias de posguerra particularmente en Europa habían marcado que la ruta a seguir era establecer democracias sólidas y una economía de mercado con un Estado social que fuera el responsable de distribuir la riqueza generada y evitar las grandes desigualdades entre la sociedad.

Ahora, después de la crisis de 2008 y observando el comportamiento de la clase política para salvar el capitalismo de amigos que se había forjado en los últimos años y con una sociedad más participativa, más informada y con nuevos instrumentos tecnológicos como el uso del teléfono celular, de internet y sobre todo las redes sociales, la clase política y sus partidos fueron incapaces de entender que había llegado el momento de un cambio estructural tanto en el modelo económico seguido hasta ese momento, así como de emprender un viraje social para la redistribución de la riqueza y la apertura a espacios mayores de participación política dando una salida hacia adelante a la democracia justo con mayor democracia.

Esto es lo que debemos de reclamar a la clase política y los viejos partidos políticos, el que por su incapacidad y su colusión con los intereses del gran capital y en no pocos casos de corrupción llevaron al momento populista que vivimos y que han permitido su acceso al poder, y a poner en riesgo la democracia como ahora lo existe.

Si observamos diversas experiencias en el mundo el modelo se repite: los movimientos sociales de inconformidad dan espacio a los populistas para sobresalir como líderes que atacan el statu quo y utilizando las reglas de la democracia se postulan aprovechando su popularidad para llegar al poder. Los viejos partidos políticos son 'cascarones vacíos' que sin poder comprender lo que sucede se aferran a viejas glorias y quedan con presencias testimoniales pero sin peso real en el Poder Legislativo y temerosos de ser enjuiciados sus lideres el silencio es su característica, los nuevos liderazgos ahora se sienten con el espíritu del cesarismo y olvidan también a los movimientos políticos que naufragan entre la antropofagia política, la desilusión y el hechizo del poder, y con una manifiesta incapacidad de construir una alternativa organizativa partidaria, sólida, seria e institucional.

Lo grave del tema es que los problemas siguen, como el estancamiento económico, la pobreza y la desigualdad, la corrupción y la impunidad, incluso algunos con más fuerza como la violencia y la inseguridad, y lo que es más, instituciones, reglas y principios de la democracia comienzan a debilitarse por ataques directos de los populistas en el poder. Es hora no solo de mantener claridad en el diagnóstico de la realidad política sino sobre todo de comenzar a esbozar salidas democráticas.

Y para estos días de descanso y reflexión, me permito recomendar las siguientes lecturas sobre el tema: Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, Ed. Ariel; El pueblo contra la democracia, de Yascha Mounk Ed. Paidós; Vida y muerte de la democracia, John Keane, Ed. FCE; Así termina la democracia, de David Runciman, Ed. Paidós y ¿Por qué tomarse la molestia de hacer elecciones?, de Adam Przeworski, Ed. Siglo XXI.

Mis mejores deseos para estas fiestas a todos los lectores.

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