La pandemia generada por el COVID-19 es uno de los mayores retos de la época moderna; constituye, sin lugar a duda, un parteaguas a partir del cual la cotidianidad se ha transformado completamente. La forma en que se desempeñaban cada una de las labores se ha tenido que ajustar a la nueva normalidad y, para ello, se ha hecho uso de las tecnologías de la información y la comunicación.
El nuevo gobierno ha entendido la necesidad imperante de adaptarse y hacer frente a los efectos adversos de esta pandemia. Principalmente, el Poder Legislativo es el que ha tenido que permanecer en constante actividad y, además, ha comprendido la urgencia de cambiar el modelo tradicional de legislar y debatir.
La nueva dinámica de vida se ha presentado como un desafío para las y los legisladores no sólo en México, sino también a nivel global, llevándolos a reinventar el desarrollo del proceso legislativo en aras de proteger la salud pública y, al mismo tiempo, mantener erguido y legítimo al Estado de derecho.
De esta manera, en los últimos meses los parlamentos del mundo han implementado diversas medidas; verbigracia, en la región, países como Brasil, Colombia, Guatemala y Chile han optado por celebrar sesiones remotas mediante circuitos cerrados y sistemas de intranet que generan mayor seguridad para la discusión de los temas. Por su parte, el Parlamento Europeo ha llevado a cabo sus debates virtualmente echando mano de mecanismos como el voto mediante correo electrónico y la autenticación de la identidad a través del uso de datos biométricos.
En nuestro país, el Congreso de la Unión comienza a ajustarse a esta nueva realidad. La actividad legislativa es esencial y, por tal razón, no puede ni debe detenerse, por lo que se han generado diversos esfuerzos en ambas Cámaras con la finalidad de poder llevar a cabo sesiones y reuniones de manera virtual, debido a que el esquema tradicional nunca previó esta modalidad en la ley por lo que se ha dificultado su implementación.
Particularmente, es el Senado de la República quien ha tomado la iniciativa para debatir sobre el tema y buscar el mejor modelo que permita estar a la altura de las circunstancias, especialmente al tratarse de una emergencia sanitaria de orden mundial, con la finalidad de que el trabajo legislativo garantice el bienestar y la protección de las y los mexicanos.
Uno de los principales esfuerzos se vislumbró en la reunión virtual del miércoles pasado en la Cámara Alta donde el presidente de la Junta de Coordinación Política, el Senador Ricardo Monreal Ávila, mostró una vez más que el diálogo y la formación de consensos permiten consolidar este tipo de reformas tan necesarias y urgentes.
La materialización del Congreso Digital plantea importantes desafíos como el garantizar la certeza y seguridad jurídica en el registro de asistencia, el desarrollo de los debates y, principalmente, el sistema de votación, más aún ante los posibles riesgos del hackeo o la piratería.
Sin embargo, tal como nos lo ha venido enseñando la emergencia sanitaria, es el momento oportuno para generar nuevos y mejores modelos, haciendo uso de las herramientas digitales que dotan de certidumbre y confianza tanto a la ciudadanía como a la figura estatal y, además, cumplen con el trascendental objetivo de velar por el bienestar de las personas que laboran y visitan este tipo de recintos.
Seguiremos atentos, desde el interior del Senado mexicano, para ser testigos de los cambios históricos que este año nos deja a su paso.