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2019, ¿año de crecimiento -0?

AMLO está desarticulando con rapidez los motores económicos, señala Sergio Negrete Cárdenas.

Texcoco en definitiva cancelado. La negación de un legado, la consumación de un capricho, la arrogancia mezclada con la ignorancia. Porque creer a los "asesores aeronáuticos" es pensar que los aviones se repelen y que todo es tan simple como sumar pistas (que seis pistas del AICM, Santa Lucía y Toluca son más que las tres del NAIM).

Jair Bolsonaro arranca fuerte, sin rubor proclamando que desea liberalizar la economía del Brasil. López Obrador muestra, con hechos, que no le importa hacer una tontería mayúscula que costará miles de millones de dólares mientras denuesta incansable al "neoliberalismo". El proyecto de infraestructura más ambicioso en décadas, apoyado por todos los organismos técnicos en aeronáutica e ingeniería, con un grado de avance notable, a la basura.

Una arrogancia no vista desde los tiempos de López Portillo, cuando sus funcionarios aumentaron el precio del petróleo en 1981 y proclamaron que quienes no compraran el crudo mexicano serían eliminados de la lista de clientes de Pemex. Un error que costó igual miles de millones, inició una fuerte fuga de capitales y llevó al derrumbe en 1982.

No es solo Texcoco. La reforma educativa, por abolirse legalmente; la energética, detenida con el eufemismo de congelar subastas y concesiones por tres años. Mientras tanto, dinero público en abundancia para proyectos, como refinerías y tren maya, que perderán dinero a carretadas al operar. Al parecer, las restricciones financieras y los análisis técnicos son instrumentos del neoliberalismo.

Lo que no entendieron los antineoliberales Echeverría y López Portillo tampoco lo entiende López Obrador: nadie se pelea con su dinero. Los inversionistas buscan ganancias, no salivan por los recursos naturales de México (o de nadie). AMLO está desarticulando con rapidez los motores económicos. En el corto plazo, la inversión privada y el consumo. Ya no se trata de expectativas, sino de realidades. En el largo plazo, la inversión y la productividad. En su ceguera ideológica, el presidente está saboteándose a sí mismo y al país, afectando ese mayor bienestar futuro que quiere alcanzar. Pudo aumentar el salario mínimo por decreto, no podrá hacer lo mismo con el poder adquisitivo de la población.

A toda la incertidumbre interna se agrega la externa. Las expectativas en Estados Unidos se han deteriorado en semanas recientes con rapidez, como lo muestran las continuas caídas bursátiles. Se puede repetir un escenario como en el primero año de Vicente Fox: una ligera recesión en el vecino al norte se magnificó cuando llegó a tierras nacionales.

Las expectativas de crecimiento para este año ya están por debajo del 2.0 por ciento en términos reales. Es ya claro que el gobierno no solo no entiende lo que se necesita para crecer, sino que aplica la receta contraria. La conjunción de esa ignorancia con la incertidumbre global ya hace posible una recesión durante 2019 o, en las palabras del presidente, un crecimiento de menos cero.

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