Andrés Manuel López Obrador, el extraordinario estadista que encabeza México, lo hizo de nuevo: dictó cátedra en la Casa Blanca ante un Joseph Biden al que dejó aplastado con su brillantez y dignidad. El tabasqueño encarnó por momentos a Benito Juárez, José Martí, Simón Bolívar y Lázaro Cárdenas. No era un mexicano el que discurseaba, sino un representante de América Latina ante el apocado heredero del imperialismo yanqui. A medida que AMLO presentaba sus ideas, se agigantaba en ese Despacho Oval que tantas veces ha registrado momentos históricos.
Y vaya que el tabasqueño hizo historia con ese discurso, con su audacia al aprovechar un espacio que habitualmente es para tomarse unas fotos, mostrar cordialidad y conversar brevemente ante los medios. Eso ocurrirá con otros gobernantes que no se atreven a ser innovadores, a mostrar su fuerza. Nadie se esperaba que el líder mexicano sacara un montón de papeles y rindiera un extraordinario discurso, leyéndolo durante media hora. López Obrador sabe explotar una oportunidad y hacer historia.
Sus palabras dieron en el blanco y obligaron al estadounidense a reaccionar. Biden no se cansó de agradecer a López Obrador su generosidad, al permitir a los estadounidenses que viven en la frontera poder llenar sus tanques con la barata gasolina mexicana. Una señal de la potencia energética en que México se está convirtiendo bajo la sabia conducción de un Presidente a la vez nacionalista y audaz. No solo se subsidia a los automovilistas mexicanos, sino que también a todos aquellos que cruzan la frontera.
El habitante de la Casa Blanca no podía menos que reciprocar, le dijo a AMLO. Biden anunció que emitirá una orden ejecutiva para que medio millón de mexicanos y centroamericanos obtengan visas de trabajo inmediatas. Siguen escuchándose los vítores al pmexicano, desde Ciudad de Guatemala hasta Managua, por haber logrado lo que ninguno de sus políticos pudo. Se puede anticipar que muy pronto habrá un nuevo repunte en el monto de las remesas que reciben las familias mexicanas gracias a aquellos que trabajarán en Estados Unidos. No por nada, el tabasqueño no se cansa de presumir esas transferencias.
López Obrador mencionó en su discurso, como siempre, un impresionante despliegue de sabiduría histórica, a Franklin Delano Roosevelt y el Programa Bracero. Evidentemente presionado, exhibido ante las cámaras y micrófonos, Biden anunció que el nuevo programa para ese medio millón de trabajadores se llamaría el Programa Obrador, según dijo en alusión al que trabaja, hace obras. El de Macuspana se notó ligeramente incómodo, su natural modestia es por todos conocida, pero su educación lo hizo sonreír, asentir y aceptar.
Pero además, Julian Assange será un hombre libre apenas pise territorio estadounidense, se comprometió solemnemente Biden. La idea de AMLO de desmontar la Estatua de la Libertad, y que estaba causando manifestaciones multitudinarias a favor de esa propuesta en muchas ciudades de Estados Unidos (y del mundo), había dado en el clavo, reconoció Biden con humildad, y le había avergonzado personalmente. Estados Unidos debía ser tierra de mujeres y hombres libres, y libre será Assange (quien ya propuso, desde Londres, que se conceda al oriundo de Macuspana el Premio Nobel de la Paz).
Una vez más, un triunfo arrollador de AMLO en Washington. México es un país privilegiado de contar con un estadista que aplasta sin miramientos a un político de poca monta como es Joseph Biden.