Pobre Andrés Manuel López Obrador™, tan honrado y con una familia de rateros, esos abusivos del poder logrado por su pariente. El primer Presidente impoluto de México en décadas, quizá siglos, y esa blancura llegan a mancharla una bola de impresentables que se apellidan López u Obrador. La voluntad popular los puso al alcance de la vaca lechera, y están mamando del presupuesto con gusto.
Da pena ver el rostro del Presidente cuando se descubre otro abuso. Desencajado por la vergüenza de comprobar que, otra vez, alguien de su círculo cercano cayó en lo que tanto criticó. Se reconoce la actitud de la persona dolida al saberse traicionada por aquellos en los que depositó su confianza.
Imposible imaginar la tristeza del tabasqueño cuando constató que el presupuesto municipal de Macuspana habría sido saqueado por una pandilla que posaba como cabildo. Un desfalco de mínimo 200 millones de pesos cuando el municipio manejaba 738 millones. ¿La cuñada? Era la Segunda Regidora y Primer Síndico de Hacienda. Macuspana como San Pedro de los Saguaros en "La Ley de Herodes".
Tan duro debe haber sido constatar que el dinero que recaudaba su hermano para "el movimiento" posiblemente terminó en manos muy diferentes. AMLO que nunca quiso tocar uno solo de esos numerosos billetes que le entregaba Pío, en cambio viviendo frugalmente con 200 pesos en la cartera.
No acaba el año y sale la prima y sus contratos con Pemex, amén de terrenos aledaños a Palenque. Conmueve igualmente la traición que implicó para los honestos funcionarios de la paraestatal. Natural, por otra parte, dado que Obrador es un apellido tan común en México. ¿Cómo iban siquiera a suponer que podía existir un parentesco? Al menos, ya enterados del engaño, y además de la furia presidencial ante lo ocurrido, rescindieron esos contratos a toda velocidad.
Quizá lo más doloroso sea Pemex. AMLO no ha escatimado recursos para rescatar la soberanía nacional, expresada en la producción de crudo y su refinación. Ha obtenido el sacrificio del pueblo para ello, y no puede fallarles. Ha dejado a los niños con cáncer sin quimioterapias, a las madres sin estancias infantiles, a las mujeres violentadas sin albergues, a los hambrientos sin comedores comunitarios, exigido a la burocracia parte de su aguinaldo, para dedicarlo a tan noble objetivo… y sale la prima con contratos.
Lo más probable es que, con su habitual discreción, el Presidente haya ordenado investigar a fondo esas corruptelas, certificar que absolutamente nadie de sus parientes, colaboradores o amigos está traicionando su confianza con más raterías. Porque si él no miente, no roba y no traiciona, por supuesto no permitirá que otro lo haga. Sin duda pronto se sabrá de esas investigaciones.
Al menos es maravilloso constatar el agradecimiento presidencial hacia los medios de comunicación que han destapado esas y otras corruptelas, la forma humilde en que reconoce esas denuncias. Cuánta gratitud debe sentir por Carlos Loret de Mola que, como un fiel escudero, se ha encargado de informarle en qué malos pasos anda su familia. Realmente, no cualquiera. Otros ya los hubieran acusado de ser pasquines inmundos.
Es de esperarse que AMLO enseñe a sus parientes el ejemplo que representa su familia nuclear, con empresas chocolatera y cervecera, salarios y becas, en lugar de estar medrando del erario. Claro, esa clase de talento no abunda, pero no es pretexto para robar. Que sea, toda, una bonita familia presidencial.