Simon Levy

Desparasitar a las paraestatales: la gran reforma de México

Es necesario inyectar a las empresas productivas del Estado con innovación y capital tecnológico y científico, como remedio contra las privatizaciones.

México ha sido un importador neto de capitales debido a que no genera suficiente riqueza propia para financiar su desarrollo interno. Así durante el periodo neoliberal, recurrió a privatizaciones y a la inversión extranjera especulativa. Se acentuó el reinado del Estado recaudador y se tomó como sacrilegio del liberalismo, el concepto de un Estado cocreador de riqueza.

Dentro de las eternas promesas de crecimiento económico, quedaba cada vez más claro que una cosa era imprimir dinero y otra crear riqueza; nos vendían la globalización para crear puestos de trabajo pero en realidad, los mexicanos terminaban como maquiladores con sueldos miserables, sin poder adquisitivo y más aún sin conocimientos técnicos; éramos los reyes de la mano de obra barata y China quien luego nos desbancó, la tomó como paso para crear capital humano. Queda claro pues que el neoliberalismo no solucionó necesidades, sino mercantilizó los problemas sociales y regionales.

Con el pretexto de darle una administración profesional a las paraestatales, México vivió una ola de privatizaciones que nos llevaron a ser mono-dependientes del petróleo, lo que hizo que Pemex sea la empresa que más impuestos paga del mundo. Llegó a casi 96.6 por ciento en el sexenio pasado. Exxon-Mobil paga 4.9 por ciento, PetroBras 5.7 por ciento y PetroChina 3.3 por ciento.

Ya el presidente Lopez Obrador lo anunció hace unos días: viene un cambio real fiscalmente para Pemex. La siguiente gran reforma económica de México debe darle una verdadera autonomía de gestión al sector paraestatal para fortalecerlo, no para aniquilarlo como fue la intención de las "empresas productivas del Estado".

Para que México pueda ser un imán de creación de riqueza pública y privada, además de las más elementales condiciones de confianza al inversionista y Estado de derecho, debe transformar la gestión, la administración y operación de las mal llamadas 'empresas productivas del Estado', lo que en realidad es el sector paraestatal, en unión con la banca de desarrollo.

Si la gran reforma financiera que impulsó la estabilidad financiera de México radicó en parte con la autonomía al Banco de México, hoy más que nunca, la gran reforma económica y fiscal, para consolidar, apoyar y desarrollar el sector paraestatal de México, está también en darle una autonomía de gestión operativa, fiscal y administrativa. Es falso que todas las empresas paraestatales de México no funcionaban, ahí está el caso de AHMSA con Nafin antes de ser privatizada. Luego, de todos ya es sabida la estrategia silenciosa para rematarlas en un tianguis financiero. Por ello, hoy, para recuperar al sector, le urge ser desparasitado de criterios políticos y sobretodo ideológicos.

Asimismo, la Banca de Desarrollo debe impulsar la reactivación patrimonial de los activos públicos del Estado y del sector paraestatal, diversificar sus fuentes de ingresos y desarrollar con fiereza una marcada actualización tecnológica. La reforma debe invitar al sector privado a invertir en los activos de las paraestatales indirectamente, pero no en las actividades estratégicas que ellas generan.

Es momento de que los fondos de pensiones impulsen financieramente un portafolio de proyectos de infraestructura para fortalecer al sector y con ello se permita generar una gestión autónoma y profesional, donde los Consejos de Administración, las direcciones generales respondan a criterios técnicos, al interés nacional y no a criterios políticos ni al interés del mercado, cosa diferente que a sus inversionistas.

La creación de un Estado benefactor y la mejor formar de evitar la privatización de los bienes públicos está en su administración profesional, alejada de criterios políticos y cerca de un objetivo: maximizar rendimientos públicos para crear más recursos al Estado.

Riqueza pública no es solamente los bienes y activos públicos tangibles; riqueza pública también es innovación, la formación de capital tecnológico y científico. Eso es lo necesario para desparasitar a las paraestatales de México como remedio contra las privatizaciones. Fortalecerlas con técnica. He ahí el gran salto adelante de México.

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