Repito, el miedo y el enojo están a flor de piel de mucha población no solo en México, sino en el mundo.
La pandemia, el manejo de la incertidumbre, el riesgo de la sobreinformación, el confinamiento, son factores que recrudecen todo lo anterior.
Por ello uno debe estar muy consciente de lo que dice, de lo que hace y de lo que comparte en redes sociales.
Todo este preámbulo viene a raíz de la nota que Alfonso Ramírez Cuéllar lanzó el día lunes al aire: Fiscalizar más, abrir la puerta al uso de datos personales, como propuesta a crecer las atribuciones del Inegi.
La verdad es que son temas que se pueden y deben discutir como muchos otros, más nunca dar por hecho que la discusión llega a feliz término y se conviértete en realidad.
Con lo sucedido con la nota de Ramírez Cuéllar, me queda claro dos cosas:
1) Se busca cualquier oportunidad para atizar y tener la razón para echarle al Presidente de la 4T.
2) Se desconoce totalmente el proceso de una ley o para que una idea se convierte en una ley o en una realidad.
Olvidan, si es que la conocen, que el proceso tiene muchos pasos y contrapesos y sobretodo no lleva a propuestas y conclusiones.
El nivel económico y educativo no hace más culto a nadie, y tampoco conocedor del funcionamiento de los tres poderes.
Existe por tanto la urgencia a promover desde todos los ambientes la educación cívica, el conocimiento y funcionamiento del Estado mexicano.
No se puede querer mejorar y cambiar cuando ni siquiera se conoce su funcionamiento.