Tatiana Clouthier

Coahuila e Hidalgo

Lo que se votó fueron candidaturas a alcaldías y a diputaciones locales que son, al final del día, las elecciones menos concurridas.

Tatiana Clouthier

Existen analistas que dicen que las elecciones pasadas en Coahuila e Hidalgo fueron un golpe contra AMLO. Creo que se equivocan y, sobre todo, se contradicen. Por un lado, dicen que la aprobación del presidente va en declive y que la gente no lo quiere, pero al mismo tiempo temen que aparezca promoviendo sus logros o, como ellos dicen, que aparezca en la boleta.

López Obrador no es a quien se evaluó en estas dos elecciones. Lo que se votó fueron candidaturas a alcaldías y a diputaciones locales que son, al final del día, las elecciones menos concurridas. A lo anterior, habría que sumar los efectos de la pandemia. En ninguna de las elecciones se alcanzó un nivel de participación mayor a 45 por ciento.

¿Qué sí pasó en estas elecciones?: primero, malos candidatos y candidatas por parte de Morena; segundo, no se lograron acordar algunas coaliciones; en tercer lugar, compra de votos, especialmente, en Coahuila; cuatro, el material de propaganda no llegó a tiempo a Coahuila; de igual manera, hubo acuerdos en lo oscurito de parte de algunas dirigencias de Morena con el PRI de cada entidad; en sexto lugar no existió presencia de observadores en todas las casillas; por lo anterior, hubo, de manera anómala, un alto nivel de votos anulados en las casillas donde Morena no tuvo representantes; también, pago de facturas pendientes por parte la dirigencia anterior y de la dirigencia que va de salida y, por último, por lo menos en Hidalgo, hubo una coalición incompleta con el PT lo que confundió al electorado.

Si a todo esto se le suma la división y pleitos que ha tenido Morena en el último año que no han permitido sumar para consolidarse en los estados, pues peor aún. Sin embargo, hay quienes suman otros ingredientes: 18 años de consolidación electoral territorial por parte de los Moreira y pánico provocado por algunos comandos armados. Por todo lo anterior es claro que la elección y su resultado no son una evaluación al presidente, sino una suma y resta de elementos que deben evaluarse desde otro plano.

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