La autora es la Secretaria de Economía .
En 2020, la Organización Mundial del Comercio (OMC) cumplió veinticinco años y con ellos la construcción de un sistema multilateral de comercio que nos ha permitido impulsar el crecimiento de las economías mundial y mexicana.
La pandemia por Covid-19 ha puesto de relieve no sólo la importancia del multilateralismo, sino también la necesidad de contar con un comercio internacional que permita superar el reto sanitario, así como el económico. En este último año hemos sido testigos de la necesidad de asegurar que los bienes y servicios fluyan sin restricciones a fin de asegurar el abasto de alimentos, medicamentos y equipo de protección personal, bienes electrónicos, entre otros.
De ahí que todos los miembros de la OMC debamos de buscar fortalecer a esta organización con el fin de garantizar que el comercio internacional siga siendo un motor de crecimiento de cara a la recuperación económica.
El día de hoy participé en la reunión ministerial de la OMC, la cual nos permitió revisar las propuestas que nos posibilitará fortalecer a la organización y avanzar hacia su reforma. Al ser México el décimo actor en el comercio internacional tenemos un interés fundamental en contar con un sistema multilateral de comercio que nos permita contar con las reglas del comercio que reflejen las realidades de la economía en la era pos-Covid.
Entre los temas que nos interesa avanzar están tres que consideramos esenciales como explico a continuación.
En primer lugar, la organización requiere un sistema de solución de diferencias que funcione. La parálisis del Órgano de Apelación se debe resolver pues es la segunda instancia para que los miembros puedan dirimir sus diferencias comerciales. Por esta razón, 23 miembros, México incluido, preocupados por esta situación, logramos un acuerdo temporal. Sin embargo, debemos buscar restablecer un mecanismo permanente y de aplicación multilateral que brinde certidumbre y confianza a todos los miembros.
En segundo lugar, debemos contener ciertas políticas industriales aplicadas por algunos miembros mediante subsidios industriales. Nuestro interés es asegurar que contemos con un piso parejo en todos los mercados y evitar la sobrecapacidad en sectores manufactureros que distorsiona mercados globales.
En tercer lugar, queremos que las negociaciones en el seno de la OMC nos permitan crear las nuevas reglas que requiere la economía del siglo XXI. La OMC ha conseguido algunos resultados muy significativos como el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio y la Eliminación de los Subsidios a la Exportación. Actualmente, la gran mayoría de las reglas comerciales reflejan una realidad de hace más de 25 años, por lo que no se ha cumplido con las expectativas generadas desde entonces. Asimismo, existen importantes temas pendientes como disciplinar los subsidios agrícolas distorsionantes del comercio, así como cumplir con distintos compromisos internacionales en materia de subsidios a la pesca.
Queremos revitalizar el brazo negociador reconociendo que los miembros deben asumir compromisos de acuerdo con sus capacidades y su papel en el comercio internacional. El replanteamiento del trato especial y diferenciado en la OMC, requiere de una óptica pragmática, que sin dejar de otorgársele a las economías que lo requieran, induzca que los miembros efectivamente participen con los derechos y obligaciones pertinentes.
Ponernos de acuerdo entre 164 miembros, con distintos niveles de desarrollo y por tanto necesidades e intereses diversos, ha hecho más que complicado poder avanzar en las negociaciones, por lo que los miembros debemos explorar alternativas como las llamadas Iniciativas Conjuntas sobre Comercio Electrónico, Regulación Nacional de los Servicios y Facilitación de las Inversiones, en las que la negociación se da solo entre aquellos miembros que estén en condiciones de avanzar, pero con resultados.
A veinticinco años de su creación es tiempo de que la OMC asuma en plenitud una reforma estructural, que le permita tanto hacer más eficiente sus trabajos, considerando alternativas para su gobernanza, como responder a las nuevas realidades del comercio al actualizar e incluir nuevas reglas comerciales.
Los miembros debemos aprovechar la oportunidad que representa una nueva dirección general en la OMC, que esperamos será encabezada por primera vez por una mujer, quien creemos inyectará nuevos bríos a la organización.
Por lo anterior y aunado a los efectos significativos de la pandemia por el Covid-19 en las cadenas globales y regionales de valor y por tanto en los flujos comerciales internacionales, es urgente dotar a la OMC con las herramientas necesarias para hacer frente a estos y otros desafíos propios del siglo XXI.
Es por esta razón que México seguirá involucrado en el intercambio y generación de ideas para hacer de la OMC una organización más eficiente y resiliente a los retos actuales y futuros.