Por Víctor Manuel Pérez Valera*
Se ha intentado comparar las dos muertes más dramáticas de la historia espiritual de Occidente: la muerte de Sócrates y la muerte de Jesucristo. Para G. Thibon son muy divergentes: "Sócrates llegó hasta el fin de la sabiduría humana, Jesucristo, en cambio, revela la locura divina".
Ahora bien, aunque por lo general se considere a Jesús uno de los personajes más nobles de la humanidad, tanto por cristianos, judíos y mahometanos, existen algunas controversias sobre los diversos aspectos de su proceso. En efecto, se dan diversas valoraciones de las fuentes, tanto bíblicas como extrabíblicas; además, tenemos os una información bastante fragmentaria sobre los procesos judiciales de Judea, en ese tiempo. Y finalmente, algunos investigadores no pueden superar ciertos sesgos. tendencias o prejuicios que los lleven a defender una tesis antes de emprender una investigación. Unos pretenden justificar el juicio del Sanedrín, otros lo consideran ilegal e injusto.
Sobre este aspecto se aducen diversos argumentos: los juicios judíos se centraban en los testigos, y bastaba con que no coincidieran en algunos detalles para desecharlos. Ese fue el caso de los testimonios sobre la destrucción del templo. El juicio en la casa de Anás es algo extraño; Jesús le responde, de acuerdo al derecho judío, según el cual el acusado no tenía que dar testimonio de sí: "interroga a quienes me han oído, yo siempre he hablado en público". Anás queda desconcertado y un servidor viene en su ayuda al abofetear a Jesús, sin embargo, al acusado no se le podía maltratar.
El juicio definitivo es ante el Sanedrín, que era el cuerpo supremo legislativo, ejecutivo y judicial en ámbitos civiles y criminales, constaba de 71 miembros, pero para que hubiera quórum bastaban 23 asistentes. Probablemente el Sanedrín fue constituido alrededor del año 200 a. J.C. Según un acucioso estudio de los abates Lémman, un buen número de los miembros del Sanedrín eran corruptos, lo mismo revelan otras fuentes. José de Arimatea y Nicodemo amigos y discípulos de Jesús muy probablemente no fueron convocados. La aceptación de ser Mesías no implicaba blasfemia: aventureros como Theudas y Simón bar Kojba y otros, se hicieron pasar como Mesías y no fueron declarados blasfemos.
La acusación ante Pilato toma obviamente un cariz político: alborota al pueblo, prohíbe pagar impuestos y se proclama rey. Después de un interrogatorio, Pilato concluye que no encuentra en Jesús ningún delito. Los evangelios de Lucas y Juan afirman esto en tres ocasiones. La expresión de Jesús: "mi Reino no es de este mundo", manifiesta claramente que su Reino no está en competencia con los reinos humanos. Pilato se siente intimidado y como escapatoria incongruente, decide mandarlo flagelar, y luego soltarlo. El consejo de su esposa Claudia Prócula "no te metas en el juicio de este justo", lo induce a enviarlo a Herodes, que no resuelve nada. A Pilato le queda la amnistía de la Pascua, pero comete la torpeza de hacer elegir a la turba entre Jesús y Barrabás. No le queda más que el camino de un cobarde, lavarse las manos.
En suma, el juicio del Sanedrín adolece de fallas procesales y de una sentencia precipitada. A la chusma manipulada y exaltada no se le puede atribuir una gran responsabilidad. La actitud de Pilato es torpe y cobarde, fracasa en sus intentos de liberarlo. Los acusadores de Jesús no tuvieron una mirada más profunda del misterio de su personalidad y no se les puede acusar de deicidio. Jesús desde la cruz reza por el perdón de sus verdugos, las dimensiones histórico-jurídicas que hemos esbozado son importantes, pero es más importante la dimensión espiritual y religiosa. Para los creyentes la pregunta sobre los culpables de la muerte de Jesús debe dirigirse a su propia conciencia. Un jurista escribe al respecto, el pecado es humano y no judío ni romano.
La mitología griega es paradigmática, no sólo de los complejos, sino también de los grandes héroes de la humanidad: la relación entre salvación y sufrimiento, el mito del sanador herido, aparece en Esculapio, el padre de la medicina, herido por una flecha en el vientre de su madre. Paul Claudel escribió: "Jesús no vino a explicar el sufrimiento ni a destruir la cruz, sino a extenderse en ella".
Es de suma importancia el amor en la muerte de Jesús: "nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos", el amor no se propone cálculo de máximos y mínimos, sencillamente escoge lo máximo.